Ya no estamos hablando de una fusión BBVA-Kutxabank, que tendría que regirse por criterios de mercado, sino de influir en el nombramiento del presidente del BBVA, algo mucho más sencillo si, como sucede actualmente, el PNV tiene una de las llaves para investir a Pedro Sánchez.
Efectivamente, desechada la opción de una fusión -más bien, absorción- tras la que los chicos de Andoni Ortuzar pasarían de cabeza de ratón (Kutxabank) a cola de león, con uno -a lo sumo dos- consejeros en el nuevo BBVA. Escasa recompensa para tan alto precio.
No, los nacionalistas han renunciado a la fusión y no aspiran a ‘recuperar’ el segundo banco del país que les arrebatara Rodrigo Rato. Ahora aspiran a influir a través de un presidente de consenso, para lo que hace falta, en primer lugar, echar a Torres que, dicho sea de paso, ha aguantado todos los envites hasta ahora. Sí, los ha podido esquivar, pero de cada uno de ellos no ha salido fortalecido sino más debilitado.
El PNV cuenta con la debilidad de Torres y, sobre todo, con la de Sánchez, que aunque últimamente sonríe más a Mertxe Aizpurua (Bildu) que a ellos, les necesita igualmente para seguir en La Moncloa. Esa es la clave, porque para echar a Torres y nombrar a un sustituto, necesitan a Sánchez quien, por cierto, no tiene ninguna afinidad con el banquero.
Naturalmente, para llevar a cabo el plan hay que contar con el BCE, sobre todo a la hora de presentar candidatos. De nada sirve presionar la salida de Torres si no va acompañada de posibles sucesores. No se molesten en enviar su CV, porque ya hay dos nombres muy bien situados y muy bien vistos en Fráncfort, aunque un poco mayores: Jaime Caruana y José Miguel Andrés Torrecillas, el primero consejero y el segundo, vicepresidente. Los dos, curiosamente, nombrados por Francisco González (FG), a quien Torres apuñaló en su declaración como testigo el pasado lunes.