Por mucha histeria climática que haya, Goldman Sachs y la Agencia Internacional de la Energía (AIE) lo tienen claro. Desde uno de los grandes grupos de banca de inversión se apuntaba que “cada vez se consumirá más energía, incluido petróleo” y al mismo tiempo, la organización creada por la OCDE ha referido en su último informe mensual sobre el petróleo que espera que la demanda mundial crezca en 2 millones de barriles diarios, alcanzando un nivel récord de 101,9 millones de barriles diarios, este año... y en gran parte (en un 87%) será por los países no miembros de la OCDE (entre ellos, destaca China, que representará más de la mitad del aumento global).
Esto contrasta con la histeria climática y las demandas de los ecologistas, que apuestan mucho por defender el ahorro energético y el fin de los combustibles fósiles. Sin embargo, en esta época de crisis energética y económica, la mejor receta no es consumir menos sino producir más y consumir más. Y aunque crezcan las energías renovables, no se puede olvidar que no pueden cubrir toda la demanda de energía y que además necesitan respaldo de otras fuentes de energía.
En este escenario se debe tener en cuenta que la OPEP y sus aliados siguen mandando, porque han decidido recortar aún más la producción de crudo... y el precio ha subido. Este recorte adicional, según la AIE, llevará a que para conjunto del año, el crecimiento de la producción mundial de crudo se desacelere a 1,2 millones de barriles diarios, frente los 4,6 millones de barriles diarios de 2022, y pese a que los países que están fuera de la OPEP+ (liderados por EEUU y Brasil) aumentarán su producción. La AIE también ha advertido que el recorte adicional corre el riesgo de agravar el déficit de suministro esperado para el segundo semestre, así como de aumentar las tensiones y los precios del crudo (el barril de Brent ya supera los 86 dólares) y de sus productos derivados... algo que en el entorno de elevada inflación que viven muchos países no positivo.