Máximo nerviosismo en PRISA, editora de, por ejemplo, El País y la SER. Moncloa ha decidido presidir del presidente y propietario de casi el 30% del capital, Joseph Oughourlian, más conocido como Atila, porque por donde él pasa no vuelve a crecer la hierba. Pero no es húngaro, no, es franco-armenio, o así, que dijo un vasco. Un personaje del que nadie sabe nada y que, sobre todo, nadie sabe a quién sirve ni de quién es su dinero, porque decir que es el grupo armenio de finanzas con sede en Nueva York es decir mucho y no decir nada.
El País y la SER colaboran en 'el bulo del cazador de bulos' el más implacable sistema de censura del discrepante -todo discrepante es un desinformador- que nadie se haya atrevido a poner en marcha... hasta Pedro Sánchez, en calidad de portavoz de "la mayoría social" de España
Oughourlian está más allá de toda ideología pero es un globalista nato, una pieza singular del Nuevo Orden Mundial (NOM), división especulación financiera, que apareció en España de la nada, con carta de presentación en España del fallecido César Alierta, que no era de izquierdas, más bien lo contrario, pero al que le encantaba la cosa global.
Moncloa le ha utilizado para poner PRISA, no al servicio del Gobierno con la dignidad del antiguo El País, sino con el servilismo del País actual respecto al Ejecutivo, con escasa profesionalidad. Hoy El País se cae de las manos porque se ha convertido, al igual que la SER, en el servicio de propaganda de La Moncloa.
Encima, ambos medios colaboran con entusiasmo en 'el bulo del cazador de bulos' el más implacable sistema de censura del discrepante -todo discrepante es un desinformador- que nadie se haya atrevido a poner en marcha... hasta Pedro Sánchez, el portavoz de "la mayoría social" de España.
El único problema, el de siempre: si echamos a Oughourlian ¿quién pone el dinero? Botín está dispuesta, pero exige mandar, y Pallete silba mirando a Gibraltar: al pobre le costó cinco años salir de PRISA, y ahora le piden que regrese a prisión
En cualquier caso, Oughourlian ya no sirve a Moncloa, pretende ganar dinero y claro, eso no puede ser. Le dijeron que el dinero que perdía en PRISA, sociedad en quiebra, lo recuperaría en Indra y ahora resulta que Indra anda un poco parada para sus intereses. Incordia demasiado don Joseph, así que el Sanchismo ha tenido que mover a otro de sus peones, de nombre Global Alconaba SL, para intentar sustituir a Amber Capital, la firma de Oughourlian.
Recuerden que Alconaba compró el casi 9% del capital de Telefónica en PRISA. Pero la verdad es que nadie sabe de dónde sacó el dinero este pariente pobre de los Entrecanales, capitán de Alconaba, don Andrés Varela Entrecanales, de profesión veterinario, una formación muy útil para tratar con ese mundo animalesco en el que se ha convertido el periodismo español actual.
En el entretanto cunde el nerviosismo en la redacción de El País, no porque no se sepa qué es lo que va a ocurrir sino porque no se sabe qué escribir. Los redactores del periódico se plantean de continuo preguntas importantes. Por ejemplo: ¿de dónde venimos, quién somos y dónde vamos?
Oughourlian ha respondido que estupendo, que él se vuelve a Nueva York mañana mismo, pero que le paguen lo que puso, y resulta que Varela le responde que en seguida que se lo van a pagar Telefónica, ahora en manos de Moncloa, o al menos eso dice él, o el humillado Santander, que aún permanece en PRISA con un 4%.
El asunto no es fácil, porque insisto: aquí siempre es más de lo mismo: El País y la SER deben ser los boletines oficiales de La Moncloa pero, ojo, el dinero que lo pongan Telefónica, otra vez, o Santander. El BBVA ya no: desde que el Gobierno se puso de parte del Sabadell en la OPA del BBVA, Carlos Torres ha dejado de ser el banquero del Gobierno.
En el entretanto, otro hombre que jamás se preocupa del dinero, mientras lo pongan los demás, naturalmente, José Miguel Contreras continúa mandando en PRISA de aquella manera. La directora de El País, Pepa Bueno, le considera un chisgarabís al que no hay que hacer el menor caso. Pero Josemi no es un ideólogo: es un hombre de negocios, como Oughourlian.
No, Contreras no es un ideólogo, como sí lo era su amigo, el fallecido Miguel Barroso, socialista de pro desde el Zapaterismo, sectario hasta la médula pero amigo, y esto es importante, de su paisano César Alierta.
Barroso contaba con todo el apoyo de Sáchez y con el respeto tanto de la estrella de la SER, Angels Barceló, como de la directora de El País, Pepa Bueno. Contreras no.
Josemi se conforma con hacer negocios televisivos, que es lo suyo, utilizando a RTVE, con dinero público a su servicio y, de paso, con prometerle a Sánchez una televisión en PRISA, resucitar Canal+, el instrumento mediático y de ficción de la masonería francesa que Polanco importó en España.
El único problema, el de siempre: si echamos a Oughourlian ¿quién pone el dinero, no ya para un canal de TV sino para pagar las nóminas de PRISA, que continúa en quiebra técnica? Botín está dispuesta, pero exige mandar, y Pallete silba mirando a Gibraltar: al pobre le costó cinco años salir de PRISA, y ahora le piden que se comprometa otra vez... demasiado.
Y ojo, porque el periodismo ciudadano, el de las redes sociales, se está comiendo tanto al oligopolio informativo de los grandes medios como al pequeño periodismo independiente de Internet, los tabloides digitales contra los que brama Sánchez. ¿Una prueba? Las inundaciones de Valencia
Todo ello, sin olvidar que la TV es, en efecto, el medio tradicional más poderoso del momento... pero al borde del abismo: la TV generalista y gratuita, es en efecto, todavía, el medio más útil para mantenerse en el poder político... pero se está desmoronando ante el empuje del lenguaje escrito y audiovisual de Internet.
Y esto, del mismo modo que todo el periodismo de los Señores de la Prensa así como el periodismo electrónico independiente por ejemplo, este que está usted leyendo ahora mismo, lo que Sánchez llama tabloides digitales, sufre la acometida del llamado, con desprecio suicida, periodismo ciudadano, ese que no tiene como fuente al poder sino al pueblo. Si quieren ustedes una muestra de su pujanza comparen la información que hemos dado los medios, tanto los del oligopolio informativo como el periodismo independiente de Internet, sobre las inundaciones de Levante, con la que ha facilitado el periodismo ciudadano, que estaba en primera línea de fuego. No hay color.
Ese periodismo ciudadano es lo que los periodistas, que nos hemos creído nuestro propio papel, llamamos, despectivamente, redes sociales. Pues bien, el periodismo ciudadano será despreciado... pero nos devorará. Por eso Sánchez le está poniendo puertas al campo...
En el entretanto, cunde el nerviosismo en la redacción de El País, no porque no se sepa qué es lo que va a ocurrir sino porque no se sabe qué escribir. Los redactores del periódico se plantean de continuo preguntas importantes. Por ejemplo: ¿de dónde venimos, quién somos y dónde vamos?