Vladimir Putin 1 - Joe Biden 0, ese podría ser un buen resumen del actual contexto energético si se tratara de un partido de fútbol, aunque se sabe que no todo es tan sencillo. Vayamos por partes. Lo más destacado es que Occidente ha perdido el control sobre la OPEP... y eso ya se nota en los bolsillos: la gasolina y el gasóleo vuelven a subir sus precios.
Y esto último ya se puede ver, por ejemplo, en España, tras un mes de precios a la baja. Este viernes, el precio medio de la gasolina sin plomo 95 se sitúa en 1,761 euros por litro y la de sin plomo 98 alcanza los 1,926 euros, por debajo de la barrera de los 2 euros. Algo que no sucede en el caso del gasóleo A+, que sí supera los 2 euros, colocándose en 2,051 euros.
Sin embargo, el Gobierno sigue sin tocar los impuestos que afectan a los carburantes (el IVA y el Impuesto Especial sobre Hidrocarburos) y suponen cerca de la mitad de su precio, entre sus muchísimas medidas energéticas (las últimas las anunció el propio Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados el pasado jueves 13). Aquí solo se ha limitado a ofrecer una bonificación en el precio de 20 céntimos (de los que el Estado pone 15 y las petroleras que facturen más de 750 millones de euros -Repsol, Cepsa y BP- los 5 restantes), hasta el próximo 31 de diciembre, que luego muchas compañías complementan con distintas opciones de fidelización. Ya saben que al Gobierno le gusta mucho recaudar... y más ahora que con los Presupuestos de 2023 disparará aún más el gasto público, sin olvidar que también ha propuesto nuevos impuestos para energéticas, bancos y ricos. Mientras en otros países europeos sí han optado por reducir los impuestos de los carburantes, por ejemplo en Polonia, que rebajó su IVA del 23% al 8%. Hace unos meses, el ex ministro socialista y economista Miguel Sebastián señaló que el margen para bajar el Impuesto Especial sobre Hidrocarburos en España es muy pequeño, pero no dijo nada del IVA, donde sí hay mucho margen... a costa de recaudar mucho menos, claro está.
El Gobierno sigue sin tocar los impuestos que afectan a los carburantes (el IVA y el Impuesto Especial sobre Hidrocarburos) y suponen cerca de la mitad de su precio, entre sus muchísimas medidas energéticas. Es más, prefiere proponer nuevos impuestos para energéticas, bancos y ricos
Paralelamente, a la Agencia Internacional de la Energía (AIE) no le gusta el recorte de producción que anunció la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y sus aliados, es decir, el grupo denominado OPEP+ y que incluye a Rusia, México y Kazajistán, entre otros países. La AIE considera que dicho recorte de producción ha provocado un alza de precios y una mayor volatilidad. Es más, advierte que “con presiones inflacionistas imparables y las subidas de tipos de interés pasando factura, unos mayores precios del petróleo podrían ser el punto de inflexión para una economía global ya al borde de la recesión”. Por tanto, se convierte en otra voz más (y ya son unas cuantas, la última el propio CEO de JP Morgan, Jamie Dimon, hace unos días) que alerta de tambores de recesión.
El recorte de producción anunciado por la OPEP+ ha reflejado que Occidente ha perdido el control sobre la OPEP. De hecho, el presidente de EEUU, Joe Biden, ha anunciado que Arabia Saudí tendrá “consecuencias” por dicha decisión y se reevaluará la relación entre ambos países, como comentó la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, según El Tiempo Latino, que cita a The Washington Post. Mientras Arabia habría respondido que la decisión se basó en “consideraciones económicas” y no en motivaciones políticas contra EEUU, rechazando las críticas de que supone ponerse del lado de Rusia en la guerra en Ucrania. En esas consideraciones económicas ha influido mucho el hecho de que China sigue con paros por el Covid-19 y consume muchos menos petróleo, llevando a la OPEP+ a reducir producción. No hay que olvidar que Arabia Saudí y Rusia, los principales líderes de dicho grupo, no compran ni petróleo ni gas porque los producen, pero sí los venden, algo en lo que el país de Putin intenta sortear bloqueos por la guerra en Ucrania. Un contexto que aprovecha bien EEUU, aumentando sus exportaciones de hidrocarburos, en especial de gas natural licuado (que cuesta el doble que el que llega por gasoducto). Y por si esto no fuera bastante, ahora se suman los problemas en Francia, con la huelga de trabajadores en seis de sus siete refinerías, que está provocando desabastecimiento de sus gasolineras y parece que no tendrá pronta solución: Exxonmobil ha llegado a acuerdos con algunos sindicatos, pero no con CGT; y también ha fracasado la negociación entre TotalEnergies y el sindicato CGT, que reclama un fuerte aumento salarial que compense la pérdida de poder adquisitivo ante la elevada inflación.
Eso sí, el humor no se acaba a pesar de las elevadas facturas energéticas.