Un día después de que la OPEP y sus aliados aumentaran la producción en 400.000 barriles diarios de crudo (por tanto en la misma cifra que en julio) y de que Repsol lo celebrara en bolsa (+3,06%), toca enfundarse el traje verde. Y es que este martes ha inaugurado Open Room, una comunidad digital abierta de referencia sobre transición energética, y ha celebrado el Low Carbon Day, unos eventos en los que ha elevado sus objetivos de generación renovable y su presidente, Antonio Brufau, ha culpado del caro precio de la luz a la necedad europea y la especulación con el CO2, y el sistema de precios marginales.
La compañía multienergética no pierde fuelle en la transición y la descarbonización, sin renunciar al petróleo, porque seguirá siendo la fuente energética más consumida y clave en el transporte en 2040. Y lo hace con una fuerte apuesta por la industria, como refleja la producción de combustibles sintéticos y de hidrógeno renovable, por ejemplo. De hecho, en este último se ha anotado un importante logro: ha producido por primera vez 10 toneladas de hidrógeno renovable a partir de 500 MWh de biometano (obtenido a base de residuos urbanos), las cuales han evitado la emisión de 90 toneladas de CO2, se han usado para fabricar combustibles con baja huella de carbono para aviación y que suponen un primer paso para sustituir el gas natural convencional por biometano sostenible.
Aumenta los objetivos de generación renovable del Plan Estratégico 2021-2025, pasando de 5,2 GW a 6 en 2025 y de 12,7 GW a 20 GW en 2030. Y también la inversión total prevista en 1.000 millones, hasta los 19.300 millones, de los que 6.500 millones se destinarán a proyectos bajos en carbono
A esto se añade el aumento de los objetivos de generación renovable que se recogían en el Plan Estratégico 2021-2025, pasando de 5,2 GW a 6 en 2025 y de 12,7 GW a 20 GW en 2030, sobre todo en países OCDE. Asimismo, para reducir aún más emisiones ha aumentado la inversión prevista hasta 2025 en 1.000 millones, hasta los 19.300 millones, de los que 6.500 millones se destinarán a proyectos bajos en carbono. Entre ellos, con los que Repsol persigue ser líder en producción de hidrógeno renovable en la Península Ibérica y tener una posición relevante en el mercado europeo. Al hilo de esto, conviene destacar que Brufau ha señalado que “hay que estar dispuestos a pagar más en el momento adecuado (es decir, cuando las tecnologías tengan viabilidad)” y ya lo hacen: producir hidrógeno con gas natural les cuesta 1,5 euros por kilo, mientras que hacerlo con renovables y otros métodos le sale por entre 3,5 y 4 euros.
Por primera vez, la compañía ha objetivos absolutos de reducción de emisiones: del 55% de las emisiones en activos operados en 2030 y del 30% en emisiones netas. Todo ello con la vista puesta en la ambición de reducirlas un 50% de cara a 2040 y un 100% en 2050 alcanzando la neutralidad en carbono. Eso sí, respecto a la transición en Europa, Brufau ha subrayado que las empresas necesitan políticas de medio y largo plazo más allá de objetivos y que estos aún no van acompañados de la protección en frontera de la industria europea, considerando que debe haber protección en el mercado interior y exterior con reglas de juego uniformes para todos con el fin de evitar la deslocalización de las empresas industriales.
Respecto a la subida del precio de la luz, Brufau ha señalado a Europa por el CO2 y al sistema de precios marginales donde el gas natural sigue teniendo un peso importante. Ha referido que Europa puso un precio del CO2 alto para motivar a las empresas a invertir en descarbonización y reducción de emisiones y, en caso contrario, penalizarlas, pero también se retiraron derechos de emisión y ahí aparecieron los especuladores financieros que saben que dicho producto va a subir de valor y juegan comprando derechos. En su opinión, Europa podría dar una señal de que el CO2 no siempre tiene porque subir cuando lo hace el kw/hora. Además, la oferta de gas será cada vez menor porque muchas empresas han reducido su inversión en esta tecnología y la exploración en nuevos yacimentos de petróleo y gas, pese a que tiene una demanda “hoy todavía muy necesaria”, y el precio sube. Dicho de otra forma, para Brufau hay que ser verde pero no tonto, porque en Europa (que sólo es responsable del 8% de las emisiones) somos demasiado verdes y hemos creado un mercado especulativo de los derechos de emisión del CO2.