Reunión entre el presidente del Consejo de Supervisión del BCE, Andra Enria, y banqueros europeos, celebrada el viernes por vías telemáticas, naturalmente. Pocas alegías. Sobre la mesa, dos asuntos vitales para las entidades: los colchones de capital y el dividendo.
Enria quiere que los bancos liberen provisiones con el fin de evitar la contracción del crédito, y las entidades quieren que el BCE abra la mano para que puedan repartir dividendo. En lo primero, la última palabra la tienen los bancos y en lo segundo, el supervisor. El partido parece equilibrado, pero, en realidad, no lo es.
Las entidades no quieren utilizar los colchones de capital porque temen (¿por qué será?) que el supervisor aumente las exigencias de capital en los próximos meses y les pille con las defensas bajas. Además, nadie quiere ser el primero en liberar provisiones porque podría ser interpretado como una señal de debilidad. Al fin y al cabo, eso es lo que ha pregonado el BCE durante la última década: lo importante no es tanto tener un negocio bancario boyante como tener mucho capital.
Las entidades no quieren utilizar los colchones de capital porque temen (¿por qué será?) que el supervisor aumente las exigencias de capital en los próximos meses
“Sigo desconcertado por esta reticencia a usar los colchones. Si no es ahora, ¿cuándo?”, preguntó Enria, para quien la crisis económica hace imprescindible que los bancos liberen provisiones. También tuvo palabras de tranquilidad: el BCE “no tiene previsto aumentar los requisitos nuevamente”, concluyó.
Los bancos, sin embargo, desconfían de Fráncfort, y más aún cuando su única petición -levantar la prohibición de repartir dividendo- no obtiene la respuesta esperada. “La derogaremos tan pronto como se disipe la incertidumbre económica y la recuperación sea sólida”, respondió Enria.
¿Comprenden? Cuando superemos la crisis económica, el BCE les permitirá a los bancos pagar dividendo… y también les exigirá que aumenten el capital que ahora les exige liberar.
Lo más lógico sería, al menos en cuanto al dividendo, la opción señalada el jueves por el presidente de la Asociación Española de Banca, José María Roldán: que no haya café para todos y que sean el BCE y el Banco de España quienes discriminen qué entidades están en disposición de repartir dividendo y cuáles no. Oiga, que para eso son los supervisores.