Teresa Ribera se ‘luce’ últimamente con las energías renovables, en especial esta semana que va llegando a su fin y para esta gran entusiasta de paneles y molinillos ha sido algo ‘horribilis’. Al gran fracaso en la última subasta, se suma la burbuja especulativa con estas energías que sigue creciendo en España y la cada vez mayor huida de inversiones de las compañías energéticas a otros países por la inseguridad jurídica.
La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha visto como la cuarta subasta que ha organizado su Departamento ha sido un gran fracaso. Sólo dos compañías -Forestalia y Elawan Energy- se han hecho con 50 megavatios (MW) eólicos, mientras que los 3.250 MW han quedado sin adjudicar. Y ojo, porque el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) prevé la instalación de 60.000 MW -o sea, 60 GW- renovables entre 2021 y 2030... Al parecer, según fuentes del sector, las razones del fracaso de la subasta están en su bajo precio (terminó en 45,5-45,8 euros por megavatio hora, muy por debajo de lo deseado por las compañías), y también en la obligación para los adjudicatarios de poner en marcha los proyectos en un periodo máximo de dos años.
Para sustituir los 2.000 MW de los dos reactores nucleares de Almaraz (los primeros que cerrarán si no se cambia el calendario), habría que construir unos 12.000 MW fotovoltaicos para que produjeran más o menos lo mismo pero ocuparían mucho más terreno (entre 20.000 y 24.000 hectáreas)
El fracaso en la última subasta frena el optimismo, además rebaja aún más el escaso nivel de adjudicación de la anterior subasta (177 MW -repartidos en 146 MW de biomasa y 31 MW de fotovoltaica para pequeñas instalaciones- de un total de 520 MW), aunque Ribera confía en cumplir el objetivo... Ojo, tampoco se puede olvidar que se acordó el cierre de los siete reactores nucleares de forma progresiva entra 2027 y 2035, un gran error, y para sustituir cada gigavatio nuclear se necesitan 6 GW fotovoltaicos. Es más, para sustituir los 2.000 MW de los dos reactores de Almaraz (los primeros que cerrarán si no se cambia el calendario), habría que construir unos 12.000 MW fotovoltaicos para que produjeran más o menos lo mismo pero ocuparían mucho más terreno (entre 20.000 y 24.000 hectáreas), como explicó hace unos días Ignacio Araluce, presidente de Foro Nuclear, a Hispanidad.
Vayamos con las adjudicatarias de la última subasta, que son conocidas en este tipo de procesos. Por una parte, Forestalia está presidida por Fernando Samper -más conocido como ‘el charcutero’ por ser miembro de la familia dueña de Grupo Jorge (la tercera cárnica española)- y se ha adjudicado 20 MW eólicos en la última subasta, pero cabe recordar que dio la sorpresa en las subastas de renovables de los años 2016 y 2017 al hacerse con 1.924 MW, pero luego buscó compradores o socios para desarrollarlos, aumentando la especulación y la burbuja de renovables: el precio lógico de una licencia con conexión a la red es de 100.000 euros/MW, pero Samper ha llegado a vender a un precio de 400.000 euros/MW. Por su parte, Elawan Energy -antes Gestamp Wind- es una empresa dedicada a la energía eólica y de la que los hermanos Riberas (principales accionistas de Gestamp y CIE Automotive) cerraron la venta del 80% al grupo japonés Orix el pasado diciembre, que ahora ha logrado 30 MW eólicos en la última subasta, muy lejos de los 280 MW que se adjudicó en la primera subasta de la ‘era Ribera’.
La burbuja especulativa con las renovables que hay en España sigue creciendo y es doble: por un lado, muchas empresas del sector cotizan en bolsa con sonoras alzas y caídas, y por otro, hay operaciones de compra y venta donde aparecen fondos y energéticas extranjeras
Paralelamente, la burbuja especulativa con las renovables que hay en España, como saben, sigue creciendo y es doble: por un lado, muchas empresas del sector cotizan en bolsa con sonoras alzas y caídas, y por otro, hay operaciones de compra y venta donde aparecen fondos y energéticas extranjeras. Hasta el gobernador de Banco de España, Pablo Hernández de Cos, ha advertido de “burbujas verdes”. A las muestras que se vieron con los resultados de Audax, Solaria, Opdenergy y Soltec, se suman ahora los de Grenergy y Greenalia, que han elevado sus beneficios.
Grenergy, que tiene como CEO y primer accionista a David de Andrés (dueño del 53,345% del capital), seguido de Invesco (2,28%), ha logrado un beneficio neto de 12,7 millones de euros en los nueve primeros meses, un 86% más que hace un año; al tiempo que ha elevado el resultado bruto de explotación (ebitda) un 49%, a 27,1 millones, y ha tenido unos ingresos de 171,6 millones (+14%). Asimismo, cuenta ya con una cartera de proyectos en desarrollo de 11,4 GW, pero cerró septiembre con una deuda neta de 318,4 millones, un 76% superior a la de hace un año.
El origen de los laudos de renovables está en las generosísimas primas a estas energías que dio el socialistaJosé Luis Rodríguez Zapatero, prometiendo una rentabilidad del 7,398%: así disparó el déficit de tarifa a casi 30.000 millones (el cual cerró 2020 en 14.294 millones y se prevé que acabaremos de pagar en 2028, y terminó 2021 en 12.182 millones)
Por su parte, Greenalia, que fue fundada por Manuel García Pardo y José María Castellano, ha cerrado el primer semestre duplicando el beneficio neto, hasta superar los 10 millones; ha elevado un 49% el ebitda, a 24,5 millones, y ha tenido mayores ingresos (+46%). Esta última compañía ha ganado presencia en EEUU, donde ya se encuentran el 48% de sus proyectos en desarrollo, con la compra de Blue Hills, un proyecto de eólica terrestre con 303 MW en Texas. acaba de abrir una oficina permanente con sede en Nueva York, y además, ha nombrado CEO para EEUU a Alberto Expósito. Esta decisión la enmarca en el “crecimiento del negocio allí y porque ese mercado es clave para la estrategia de la compañía en el futuro”.
Y en esta semana tan ‘horribilis’ para Ribera en lo que al tema de renovables se refiere, no se puede olvidar el golpe que ha recibido de Toyota, que ha ganado un laudo de 106,2 millones por los recortes a renovables. Como saben, el origen de los laudos de renovables está en las generosísimas primas a estas energías que dio José Luis Rodríguez Zapatero, prometiendo una rentabilidad del 7,398%: así disparó el déficit de tarifa a casi 30.000 millones (el cual cerró 2020 en 14.294 millones y se prevé que acabaremos de pagar en 2028, y terminó 2021 en 12.182 millones). Además, el recorte de dichas primas -primero por parte del ministro socialista Miguel Sebastián en 2010 y luego por el popular José Manuel Soria en 2013- provocó que llegaran reclamaciones milmillonarias de fondos y compañías en laudos internacionales. Y por si esto no fuera bastante, al poner en jaque la seguridad jurídica con tanta medida, el anuncio del nuevo impuesto a las energéticas y la lenta tramitación de los permisos de renovables, Ribera está consiguiendo que las energéticas aumenten sus inversiones fuera de España. ¡Ole!