Teresa Ribera se va a Europa... con gran ambición (ya saben que pactó con Pedro Sánchez el viaje de ida, pero sólo como comisaria, no como eurodiputada, y si no lo logra, volver al Gobierno). Es cierto que el primero está más claro que el segundo viaje, pero también que deja el sector energético, especialmente el eléctrico, hecho un caos por la falta de inversiones en redes y porque no hay competencia real entre compañías.
La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico está ahora más centrada en su papel político como cabeza de lista del PSOE a las elecciones europeas que es. Algo que se está viendo por las muchas intervenciones que dedica a cargar contra la “derecha y la ultraderecha” (en clara alusión a PP y a Vox), llegándolas a acusar de “incitación a la violencia”, tras el intento de asesinato del primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, aunque José Luis Rodríguez Zapatero decía que “nos conviene que haya tensión” en 2008 y ella misma ha hablado de “la rabia” del PSOE. También en cuando Ribera ha tildado tildado de “akelarre populista” el evento de Vox donde el presidente de Argentina, Javier Milei, arremetió contra Sánchez y su esposa, Begoña Gómez, calificándola de “corrupta”; e incluso en su apoyo a la orden de arresto contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, por crímenes de guerra emitida por la Corte Penal Internacional; y en su respaldo al hecho de que España reconocerá el Estado palestino el próximo 28 de mayo, como ha anunciado Sánchez, igual que Noruega e Irlanda, provocando que Israel llamara a consultas a su embajadora en nuestro país. Una nueva crisis diplomática, tras la abierta con Argentina...
En paralelo, Ribera no ha tenido el más mínimo reparo en cargar contra la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en una entrevista con Politico. La española considera que la alemana está cometiendo un error colosal y perjudicial por trabajar con la “extrema derecha” (se ha abierto, como miembro del Partido Popular Europea, a hablar con los partidos conservadores e incluso con la “ultraderecha”) y por suavizar la agenda verde: “Están diciendo: Tomemos un descanso, ralenticemos la agenda [verde] Y, muy honestamente, creo que esto es un gran error: no hay tiempo que perder”. Asimismo, ha referido que lo ve como “una actitud de resignación que es enormemente perniciosa” y “enormemente dañina para los intereses europeos”. Esto refleja que Ribera ya está en campaña y sus palabras se producen justo cuando Europa ha dado un giro y ahora prima más la defensa y la seguridad que la ecología, al mismo tiempo que los fondos y bancos de inversión están apostando primero por la ecología y luego por la ecología. Además, apostar tanto por la causa ecologista en Europa ha reducido la competitividad y la actividad industrial, como han alertado en sus informes los italianos Enrico Letta y Mario Draghi.
Ribera no ha tenido el más mínimo reparo en cargar contra la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, por trabajar con la “extrema derecha” y por ralentizar la agenda verde
Dentro de este contexto en el que Ribera se ha vuelto más política, temporalmente, que verde (por mucho que ha Climática le señale que “el sistema climático no entiende de elecciones ni de familias políticas”), cabe referir la situación que deja en España. Nuestro sector eléctrico está hecho un caos por la falta de inversiones en las redes, lo que está provocando tanto problemas de colapso en las conexiones de renovables y en el suministro registrando apagones, y también que se pierden millones en producción de renovables. Todo esto no sólo es culpa de Ribera sino también de Beatriz Corredor, la exministra y amiga de Sánchez que está al frente de Redeia desde febrero de 2020 sin tener ninguna experiencia previa en el sector energético. Respecto a la falta de inversiones en redes, José Bogas, CEO de Endesa, ha advertido que es “crítico” y “urgente” invertir en redes... o será imposible la transición energética y en la misma línea, Francisco Reynés, presidente y CEO de Naturgy, también ha pedido aumentar el límite anual a la inversión en redes de distribución de electricidad. Tanto Sánchez como Ribera y Corredor deberían tomar nota de lo que hace la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, que vende participaciones de empresas y no interviene... para invertir en redes eléctricas, porque considera que esto último es vital y se debe hacer sí o sí.
En paralelo, cabe destacar que en el sector eléctrico español no hay una competencia real entre empresas. En el caso de la comercialización, dos compañías (Iberdrola y Endesa) acaparan el 64,5% de cuota de mercado, con unas respectivas cuotas del 35,4% y del 29,1%; mientras el 35,5% restante se reparte entre Naturgy (12,1%), Repsol (5,1%), TotalEnergies (4,3%) y otros comercializadores (18,2%), según datos de la CNMC correspondientes al año 2022. Esto se ve muy bien en los colores del mapa de España con las provincias pintadas con el color de la comercializadora principal. Y ojo, porque las compañías citadas y otras no sólo son comercializadoras de luz, sino también distribuidoras, por lo que su dominio es doble. Esto es algo que ocurre en el sector eléctrico, pero no en el de gasolineras, por ejemplo, donde a las energéticas se les impide tener una cuota de mercado superior al 30%.