Teresa Ribera se puede considerar como la vicepresidenta ‘sandía’, pues al igual que esta fruta es verde por fuera y roja por dentro. Explicamos: es verde, como bien saben, porque apuesta por todo lo ecológico, que siempre es caro y en demasiadas veces también resulta ineficiente, y al mismo tiempo, es roja porque quiere controlar el precio (en concreto, el de la energía).

En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del día 10, quedó claro que Ribera apuesta a lo grande por el hidrógeno verde... vía subvenciones públicas, claro está, porque a día de hoy es una ruina como lo fueron en su día los paneles solares y los molinos de viento. Asimismo, la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico refirió que el Gobierno había aprobado el informe sobre la Propuesta de reforma del mercado mayorista de electricidad de la Unión Europea que se ha enviado a Bruselas, siendo el primer país comunitario en hacerlo. Esto último supone también una operación política, porque la propuesta de la Comisión Europea no se conocerá hasta marzo y la citada reforma se negociará en el segundo semestre,... coincidiendo con el periodo en que a España le toca la presidencia temporal de la UE, un cargo que Pedro Sánchez usará para engordar aún más su narcisismo.

La vicepresidenta ‘sandía’ dio pocos detalles de la propuesta, la cual se había filtrado antes a eldiario.es y del que algunas fuentes conocedoras dieron detalles a Cinco Días. Ribera afirmó que piden “ofrecer contratos a plazos de energía y que el sistema eléctrico pueda beneficiarse de esa estabilidad en los precios”, pero hay que ver “cómo retribuir las energías tradicionales y también otras (como el bombeo y las baterías)”. E incluso llegó a reconocer que dicha reforma “podría no tener efecto inmediato en bajar los precios”. ¡Olé! Una vez más, como ya se vio con el timo del tope ibérico entre otros temas, se sigue haciendo trampas en el solitario. 

Ribera quiere que al Estado como comprador único de toda la energía y que sea este el que fije su precio de compra y también de venta, por tanto elegirá qué energías se promocionan (por supuesto, las renovables... y el hidrógeno verde) y cuáles se castigan (la nuclear y la hidráulica... para que no tengan esos “beneficios caídos del cielo” que tanto critica, a pesar de que no emiten CO2)

Este miércoles, los tres principales diarios económicos llevan dicha propuesta de reforma en sus portadas con distintos puntos de vista: Cinco Días titula “Plan para segmentar el mercado eléctrico por tipo de energía”, El Economista señala que “El Gobierno interviene las nucleares para evitar que entren en pérdidas” y Expansión refiere que “Ribera quiere intervenir el mercado de la luz”. La vicepresidenta ‘sandía’ pretende llevar su apuesta bicolor a la UE, volviendo al Marco Legal y Estable del sector eléctrico que estuvo vigente entre 1988 y 1997, es decir, en la mayoría de los años de la etapa felipista. En definitiva, Ribera quiere que al Estado como comprador único de toda la energía y que sea este el que fije su precio de compra y también de venta, por tanto elegirá qué energías se promocionan (por supuesto, las renovables... y el hidrógeno verde) y cuáles se castigan (la nuclear y la hidráulica... para que no tengan esos “beneficios caídos del cielo” que tanto critica, a pesar de ser energías limpias que no emiten CO2). Apuesta por el desarrollo de los mercados a plazo de energía y considera que la reforma repartirá “los costes de un modo más justo entre productores y consumidores”. Permítanos la duda, señora Ribera. Además, se podrían llegar a establecer compras conjuntas de gas en la UE, algo que funciona si la oferta es ilimitada, pero actualmente no lo es, y encima la demanda es altísima. 

Por último, en la referencia del último Consejo de Ministros, se señala que “para llevar a cabo la reforma es necesario modificar la normativa europea. En tanto se materializa, España y Portugal van a proponer la extensión del Mecanismo Ibérico para seguir protegiendo a los consumidores del ineficiente diseño actual”. Es decir, quieren extender el timo del tope ibérico, que estaba previsto que finalizara el próximo mayo y que hasta ahora ha tenido como gran beneficiado a Francia debido a las elevadas exportaciones de energía que ha recibido... y a menor precio, a costa de que los consumidores españoles pagaran las compensaciones a los productores de ese gas ‘topado’. ¡Ole y ole! Y por cierto, el país vecino ha tenido que recibir mucha electricidad española debido a los problemas que han tenido sus centrales nucleares, algo que Ribera ha usado para seguir cargando contra esta energía que no emite CO2, contribuye a luchar contra el cambio climático, es barata (y aún lo sería más si les bajaran sus impuestos) y estable, y proporciona seguridad de suministro, aunque no tiene en cuenta que las nucleares francesas tienen un diseño similar a las españolas, pero no se fabricaron igual. Además, los franceses ya están solucionando los problemas de sus nucleares: ya sólo tienen parado el 25% de sus centrales.