CCOO y UGT, los dos grandes sindicatos de clase, deben desaparecer. Primero porque ya no hay clases, pero también por su pasado marxista y su presente neocomunista: ahora la sociedad ya no se divide entre patronos y obreros sino entre trabajadores y paniaguados e ideológicamente, la división es entre cristianos y woke.
Feijóo se tragó en Barcelona la gran mentira de Yolanda Díaz y de Álvarez y Sordo: reducir la jornada mejor la productividad... ¡¿Mandeeeeee?!
UGT se ha apuntado, al igual que Comisiones Obreras, a los paniaguados y a los woke y José María Álvarez y Unai Sordo, prorrumpen en la estupidez del 'nosotros y nosotras' con la misma necedad que puede hacerlo cualquier ministro de Sánchez, mientras viven a cuerpo de rey liderando dos organizaciones que viven del regalo de los Presupuestos gubernamentales para defender, no a los obreros que ya no existen, sino al Gobierno que vaya que existe.
Cuando digo que el obrero de ayer ha dejado de existir es porque ha sido sustituido por el obrero de los derechos de doña Yoli, mal pagado porque su patrón paga demasiados impuestos por él y le entrega poco a él. Es decir, porque le entrega a doña Yoli lo que debería entregarle a sus empleados, en forma de cotizaciones sociales abusivas y de retenciones del IRPF, igualmente abusivas, principalmente.
Si habrán pasado de moda CCOO y UGT que ya ni los funcionarios, ni los jóvenes ni los profesionales o autónomos, ni los trabajadores de pymes, y cada día menos de de las grandes compañías, que no se consideran trabajadores sino profesionales, quieren saber nada de UGT y CCOO.
Sus afiliados son ya un recuerdo del pasado, todavía extenso, ciertamente, pero que durará tanto como tarden esos trabajadores de grandes empresas en jubilarse o en morirse. Por supuesto ni Unai Sordo ni José María Álvarez, ni ninguno de los líderes de ambas centrales, han soportado nunca la presión del mercado y de la libre competencia. Han sido siempre funcionarios de la pobreza. Eso sí, muy bien pagados.
Pues hasta el Congreso Confederal de UGT, celebrado en Barcelona, se nos fue Núñez Feijóo, presidente del Partido Popular. Nadie sabe qué pintaba allí sino para servir de mascota a la mala uva sindical: delegados que abandonaron la sala en cuanto comenzó a hablar, y una invitada de oro, Yolanda Díaz, cuyo discurso se divide siempre en dos partes: cuando propone algo le sale el lenguaje cantinflesco, que tan nervioso pone al perro que siempre le acompaña en los memes del periodismo ciudadano. Sin embargo, cuando Yolanda insulta es muy clara, mucho más que el oblicuo Feijóo. Eso sí, el líder de la derecha española nos descubrió que su padre había sido albañil, algo que honra a su predecesor pero no a él.
Es fundamental que las mayorías vuelvan a tomar las grandes decisiones.
— Alberto Núñez Feijóo (@NunezFeijoo) November 25, 2024
Con 8 millones de votos, optamos a más y, por tanto, seguiremos defendiendo la dignidad de los trabajadores.
La igualdad de los españoles debe estar por encima de cualquier otro interés. pic.twitter.com/jCKnGFNZla
Y así, Díaz aprovechó la presencia del presidente del PP y del otro bobalicón, el presidente de la patronal CEOE, Antonio Garamendi, en el Congreso confederal de UGT, celebrado en Barcelona para festejar los años en que mi paisano asturiano, José Luis pasó a ser Josep Lluis, para soltar otra de sus mentiras sin respuesta: la reducción de jornada beneficia a las empresas y aumenta la productividad. Una mentira doble que Feijóo, en ningún caso se molestó en refutar, demostrando una vez más que el PP no es un partido con malas ideas, sencillamente no tiene ninguna, por lo que no pueden ser malas.
Así que ocurrió lo que tenía que ocurrir: con su presencia, Feijóo otorgó normalidad a la majadería de Yolanda y a la deriva woke de UGT y CCOO y cayó en un nuevo ridículo, muy propio de la derecha española progresista: despreciar a sus votantes y enaltecer a los que jamás le votarán: ¡Alberto, eres un genio! Es más, Feijóo ha abierto una nueva etapa en el Partido Popular: la de un partido político eternamente opositor, un papel enormemente necesario en una democracia.
La opción laboral del PP debería ser: despido libre, impuestos bajos y salarios dignos. La izquierda sólo ha realizado la última... y subiendo aún más los impuestos que los salarios, por lo que la subida del SMI sólo ha servido para elevar costes
¿Cuándo ganará el PP la partida del mundo del trabajo? Cuando Feijóo en lugar de acudir al congreso de UGT, sicarios del Gobierno Sánchez y de la comunista Yolanda Díaz, se plante ante las dos grandes centrales y les diga que en cuanto a él llegue al Gobierno se financiarán con las cuotas de sus afiliados, cuando diga que la jornada laboral no debe reducirse de las actuales 40 horas -en muchos sectores ya están reducidas- porque el problema de la economía española es de productividad y que cuando llegue al poder planteará una reforma laboral amplia que incluya los tres elementos que precisa la economía española para lograr no muchos contratos, la gran mentira de Sánchez y de Yolanda Díaz, sino la desaparición del paro. Esas tres patas del pleno empleo son: despido libre, impuestos bajos y salarios dignos. Por ahora, el Sanchismo sólo lo ha hecho bien en la tercera y, ojo, subiendo los impuestos a medida de los salarios con lo que Gobierno gana mucho y el trabajador gana poco. Además, la subida del SMI del Sanchismo, de suyo buena, pero que se ha hecho subiendo al mismo tiempo los ya elevados impuestos laborales, sobre todo las cuotas, sólo ha servido para elevar costes.
Es decir, respondiendo a la lengua viperina, y cantinflesca, de doña Yolanda 'fashion': que la reforma laboral de Fátima Báñez se quedó cortísima, apenas un suspiro, y que el nuevo PP va a ir mucho más allá: despido libre, impuestos laborales mínimos y salarios europeos.
Y argumentar: porque, de otra forma, con la actual formula de social-comunsimo en el poder, resulta que seguimos siendo el país con mayor desempleo de toda Europa y de todo Occidente. Pero Yolanda Díaz que todo marcha de cine y Sánchez que la economía va como un cohete.
Feijóo: has hecho el ridi en Barcelona.