Los últimos ERE de Caixabank y BBVA han sido especiales. El primero, porque ha sido el mayor ajuste en la historia de la banca española y el segundo, porque ha sido el primero y el mayor despido colectivo del banco que preside Carlos Torres. Los dos procesos comparten, además, una similitud: han requerido de una negociación muy dura entre el banco y los sindicatos.
Solo esos dos procesos se han llevado por delante 9.390 empleos de los 15.500 que han suprimido, o van a suprimir, las principales entidades de nuestro país durante los próximos meses.
Ahora bien, ¿solucionan algo estos ajustes? En realidad, poco o nada. Es verdad que suponen un ahorro importante de costes -unos 770 millones anuales en el caso de Caixabank-, pero no se puede vivir eternamente de reducir costes. Hace falta, además, engordar los ingresos. Y no podemos olvidar que los ERE también suponen un gasto importante -1.900 millones en Caixabank-, aunque no es recurrente.
Así las cosas, las 15.500 salidas previstas este año no solo no solucionan el auténtico problema de la banca doméstica, sino que son el aperitivo de lo que vendrá en los próximos años. Santander, BBVA, la propia Caixabank, Sabadell, Unicaja y Liberbank… van a encadenar un ajuste tras otro y, lo peor, con condiciones cada vez más duras para los afectados.
En cuanto al número de salidas, se seguirán contando por miles. Sin ir más lejos, el BBVA planea despedir a 11.200 empleados en tres años, como adelantó Hispanidad. Otra cosa es la evolución del negocio, que podrá acelerar o ralentizar el proceso. Lo único que lo podría frenarlo o, incluso, revertirlo, es el BCE subiendo los tipos de interés, pero eso es tan poco probable a corto y medio plazo como que dimita Pedro Sánchez.