Ha pasado un año y dos meses escasos desde que César González-Bueno cogió oficialmente las riendas del Sabadell, un periodo durante el cual, poco a poco y sin mucho ruido, ha confeccionado un equipo directivo a su medida, tanto con gente de la casa como de fuera.
En cualquier caso, a González-Bueno no todo le ha salido como le hubiera gustado y ha tenido que echar mano del plan B en más de una ocasión. Hablamos, por ejemplo, del que iba a ser su fichaje estrella, el de José Luis Abelleira, que rechazó dirigir la banca de particulares del Sabadell para seguir al frente de Banco Pichinha en España. O la salida, hace apenas unos días, del Ceo de Banca Corporativa, José Nieto, para lanzar el banco de inversión Kenta Capital.
Sea como fuere, las tres salidas más significativas fueron las del consejero ejecutivo José Luis Negro Rodríguez, la del Ceo Jaime Guardiola y la del que fue director financiero desde 2001, Tomás Varela. Luego se sumaron las salidas de María José García Beato, hasta entonces secretaria general de la entidad, la de Cirus Andreu, responsable de la gestora, y la de Alfonso Ayuso, subdirector general de innovación del banco.
Menos numerosos han sido los fichajes. El más significativo, el de Leopoldo Alvear como director financiero del banco en sustitución de Varela. También de fuera, de ING concretamente, llegó Jorge Rodríguez Maroto para hacerse cargo de la digitalización del área de banca doméstica, que dirige Miguel Montes, un histórico de la casa que también dirige Organización y Personas, nombrado tras el ’no’ de Abelleira.
En definitiva, tras poco más de un año, González-Bueno trabaja con un equipo a su medida y con plenos poderes en la gestión. El Ceo, además, se ha ganado el respeto, no solo de los directivos sino de toda la plantilla a pesar del ERE que supuso la salida de 1.600 empleados, el 10% de los trabajadores.
Es lógico, por tanto, que la entidad haya abandonado, de momento, cualquier idea de fusión. El Ceo no ha llegado hasta aquí para que el banco entre en una operación corporativa que eche por tierra todo su trabajo e, incluso, pueda significar su salida de la entidad. Además, el Consejo de Administración que preside Josep Oliu, está con él.