Ayer era El País y la SER, el periódico mas vendido de España y la emisora más escuchada. Hoy le ha tocado el turno al segundo diario de información general más leído, además de los líderes en prensa económica y deportiva, Expansión y Marca. Ha sido Moncloa quien, fruto del pacto con Urbano Cairo, editor de El Mundo, ha conseguido la cabeza de uno de los periodistas que más le molestaban: el director de El Mundo, Francisco Rosell. Pues bien, Cairo le ha ofrecido su cabeza y ha colocado en la dirección a Joaquín Manso, el periodista de la cúpula de El Mundo más próximo al Gobierno socio-podemita, que incluso es admitido en el selecto club de la tertulianos de la tele pública.
A Rosell le sustituye Joaquín Manso, el periodista de la redacción más próximo a La Moncloa
Pero esto no ha hecho más que empezar. La intromisión sanchista en los medios de comunicación ha superado a los de cualquier otro presidente del Gobierno anterior, fuera del PSOE o del PP. Y más que por estas cabezas conseguidas como trofeos y aviso para navegantes -pobre de aquel que se atreva a atacar a don Pedro Sánchez-, lo cierto es que el sanchismo ha sabido crear unos cauces de lo permitido y lo prohibido, con sus correspondientes conceptos tabú y con sus consignas constantemente repetidas.
Ya adelantamos en Hispanidad el pacto entre el italiano Urbano Cairo y Pedro Sánchez: a cambio de que los medios del grupo fueran menos hostiles, el Sanchismo buscará un comprador -de los suyos, claro-, que le permita a Cairo marcharse de España, donde nunca se ha sentido muy a gusto.