A Pedro Sánchez se le puede considerar el gran amigo de las multinacionales extranjeras, pues le encanta reunirse con ellas y ceder a sus chantajes. Ahora lo hace con Siemens Energy, la división energética del gigante industrial alemán, aceptando ayudar con dinero público (es decir, de todos los españoles) en la crisis de Gamesa. Eso sí, no ha habido premio bursátil, aunque quizá, como ha sucedido en otras muchas compañías e índices, han pesado más las dudas sobre la economía china: la cotización de Siemens Energy ha caído un 3,45%.
En el Foro de Davos, el presidente del Gobierno ha traslado al presidente y CEO de Siemens Energy, Christian Bruch, el apoyo a “una de nuestras empresas bandera y referente europeo en el sector eólico”, tal y como ha presumido en la red social X (antes Twitter). Un sector que considera “clave para la transición ecológica y palanca de nuestra competitividad”, pero que en estos momentos está en crisis, como se puede ver en la situación de compañías como Siemens Gamesa, Nordex (donde el principal accionista es Acciona, pero sigue mandando mucho la familia alemana Quandt) y Vestas, por ejemplo.
Me he reunido con Christian Bruch, CEO de Siemens Energy, para trasladarle el apoyo del Gobierno de España a @SiemensGamesa, una de nuestras empresas bandera y referente europeo en el sector eólico.
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) January 17, 2024
El apoyo a un sector clave para la transición ecológica y palanca de nuestra… pic.twitter.com/AjYVGGSfOI
Ahora Siemens apuesta por el ‘método Enron’, tras haberlo hecho por el ‘esquema Villalonga’: busca que le salpique poco o nada la crisis de Gamesa. Claro que la táctica es algo peligrosa porque ha vuelto a traspasar parte de su participación en Siemens Energy a su fondo de pensiones... y emplea a 320.000 personas en todo el mundo: ahora se queda sólo con el 17,1% del capital. Recuerden que hace unos años apostó por el ‘esquema Villalonga’, el que aplicó Juan Villalonga cuando presidía Telefónica, bajo el principio infundado y anglosajón de que la suma de las partes vale más que el todo: le fue bien con la filial de dispositivos médicos (Siemens Healthineers), pero no tanto con la filial energética... y menos con la crisis en el fabricante de aerogeneradores antes español y ahora alemán, que desde que cambió de manos ha ido de mal en peor.
En su último año fiscal, a Siemens le fue muy bien (más ingresos y beneficio récord), pero prefirió insistir en el chantaje y la caradura sin límites, pidiendo al Gobierno español que también rescate a Gamesa... como también van a hacer el Ejecutivo alemán y bancos privados. La cosa es que Siemens Gamesa ya no tiene accionistas españoles en su capital (hasta Iberdrola se fue, sin cumplir la promesa de proteger a los minoritarios, y sacando tajada) y en los últimos años ha hecho múltiples ajustes en nuestro país: 352 despidos vía prejubilaciones y bajas voluntarias; cerró las plantas de Aoiz, Somozas y Cuenca, lo que conllevó 505 despidos; puso a la venta dos filiales (las cuales emplean a 1.100 personas-) y también proyectos eólicos en desarrollo.
Pero parece que esto no es suficiente y Siemens Energy insiste en el chantaje al anunciar ajustes de 400 millones, pero no aclara si habrá despidos y cierres, y se deben tener en cuenta a los 5.000 empleos directos que tiene en España y a los que suman centenares de indirectos en los proveedores. Por su parte, Sánchez parece que empieza a ceder al chantaje, algo que ya ha hecho antes con muchas otras multinacionales, como Volkswagen, ArcelorMittal, Stellantis... Además, la lista podría seguir creciendo, porque también lo han intentado Inobat, Tata Motors y Tesla.
Y por cierto, Sánchez es el gran amigo de las multinacionales, que no de las 'nacionales', a pesar de que el nuevo ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, haya destacado que la relación del Gobierno con las grandes empresas es “muy buena”. “En el caso del Ministerio de Economía y de este ministro, desde luego seguimos manteniendo, tanto con las patronales como con las empresas, una relación excelente”, ha añadido en declaraciones a los medios de comunicación a su llegada al Foro de Davos. Eso sí, ha olvidado que las patronales CEOE y Cepyme no han firmado la última subida del SMI y sólo lo han hecho los sindicatos UGT y CCOO, junto a la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, vestida con un conjunto que costaba 620 euros.