La presidenta del Banco Santander, Ana Botín, nos dejó a todos de piedra, tal y como explicaba en nuestra anterior edición Pablo Ferrer, al comprar el discurso triunfalista y mentiroso de Pedro Sánchez, sobre política de empleo "nunca habíamos trabajo tantos. Pues dado que cuando Sánchez llegó al Gobierno no encabezábamos, como ahora lo hacemos, el listado del paro tanto entre los 27 países miembros de la Unión Europea (UE), como en los 38 países miembros de la OCDE, a lo mejor es que el resto de países crean incluso más puestos de trabajo que España. ¿Cómo es posible que el Gobierno del país que ocupa el farolillo rojo de todo Occidente en materia de paro presuma de que las cifras de empleo son 'formidables'? Porque tiene mucha cara y se aprovecha de su capacidad de propaganda para propalar una mentira enorme.
De acuerdo pero... ¡que se lo compre Ana Botín!
Miren ustedes: el problema es que Pedro Sánchez es un obseso del poder. El mensaje de Sánchez al IBEX es muy simple: o conmigo u os intervengo. El poder regulatorio da para mucho, sobre todo en sectores clave como la banca, la energía, las telecomunicaciones o la agricultura. Y si os resistís soy capaz de entrar en vuestro capital y en vuestro consejo de Administración, como es el caso de Telefónica.
Pero hay más: este intervencionismo, esta necesidad obsesiva de que los grandes empresarios no se rebelen contra Moncloa es la consecuencia directa de otro fracaso del Sanchismo: el Gobierno necesita disimular que España ha dejado de ser una potencia industrial. Y esto sí que es grave, mucho más grave que la lucha por el poder en las cúpulas empresariales.