Ya decía Tomás de Aquino, unos siglos antes que Adam Smith o que Carlos Marx, que cuando Dios deja de ser el patrón el Estado se convierte en patrón. Y créanme, el Estado es más tiránico que Dios.
En el siglo XXI, se podría añadir que la diferencia entre Dios y el Gobierno estriba en que Dios actúa con su propio dinero, pues todo es suyo, mientras el político juega con nuestro dinero. Es más, políticos y banqueros son figuras similares en este punto: los dos juegan con el dinero de los demás.
El PSOE necesita confiscar más propiedad privada para pagar el derroche del voto cautivo, el feroz envejecimiento de la población y los sobrecostes marxista y catalán. El problema es que a profesionales y autónomos ya no les puede esquilmar más
Por su parte, Milton Friedman, el liberal -hoy sería neoliberal, que 'liberal' ha dejado de ser un adjetivo para convertirse en un insulto- aseguraba que el derroche del presupuesto del Estado, ese que ahora mismo intenta elaborar la tramposa Marisu Montero, se paga: o vía impuestos, o vía inflación o vía deuda pública. Y concluía que lo único que hay que pedirle a un Gobierno es que reduzca el gasto público, que se empequeñezca. Justo lo contrario de lo que esa haciendo España, no sólo con el PSOE de ZP y Sánchez, también con el PP de Rajoy.
Me ha acordado de Friedman escuchando al secretario general de UGT, Pepe Álvarez, asegurando que los impuestos son muy buenos, No dijo necesarios, no dijo justos: dijo que eran muy buenos, de lo que debemos deducir que cuantos más impuestos, mucho mejor.
No es que Bruselas le exija a España menos gasto público, es que toda Europa necesita reducir su gasto público, porque ya no puede aumentar mucho más la extorsión fiscal contra la propiedad privada. El compromiso histórico de la Europa actual consiste en reducir el Estado del Bienestar, pero nadie se atreve a hacerlo
Pero quien está marcando el camino a la peligrosa Marisu Montero es el laborista británico Keir Starmer, quien advierte a los británicos que vuelven los días de sangre, sudor y lágrimas. No va a reducir el gasto público, pues perdería las elecciones que acaba de ganar, pero tampoco lo aumentará, como prometió en campaña. Al menos, es más sincero que Pedro Sánchez... que va a hacer lo mismo -subir impuestos-, pero presume de aumentar el gasto público y niega que lleve seis años aumentando el esfuerzo fiscal de los españoles.
Entiéndase: resulta difícil subir más los impuestos en España, un país cuya economía, y cuya sociedad, se caracteriza por el dicharacho que corre por las empieza a cundir en las redes sociales -ya saben, el 'fango' que dice verdades como puños-: antes nos costaba pagar un piso en propiedad ahora no podemos pagar un piso en alquiler... hemos mejorado mucho.
Así, la enloquecida Yolanda Díaz y la caradura de Marisu Montero, vicepresidenta segunda y primera del Gobierno Sánchez, preparan un aumento de la presión fiscal. La cosa no es sencilla porque a emprendedores, a profesionales y autónomos ya no se les puede esquilmar más. De hecho, las tres categorías sociales de las que depende una economía están en caída libre. Aquí puestos de trabajo de calidad sólo se crean en el esfera pública, porque en el mercado libre es casi imposible. La pequeña empresa está languideciendo. En algunos sectores, como el comercio, está muerta.
Demagogos como Sánchez y Starmer no pueden reducir las prestaciones públicas, sería su fin, así que seguirán confiscando nuestra propiedad con impuestos directos e indirectos. Con tasas y sanciones, principalmente, pero también renta y, sobre todo, patrimonio
Subir el impuesto sobre la renta es ya casi imposible En España, si quieren saber el por qué pregunten al pepero Cristóbal Montoro. Aún así, Marisu Montero los ha subido aún más. Insisto, la presión fiscal en España no es la más alta de Europa pero el esfuerzo fiscal -que es el importante- del español está en máximos europeos.
Pero siempre se puede rascar en esa decena de fiscalidades que englobamos bajo la denominación del impuestos sobre el patrimonio -un gravamen injusto en origen-, por no hablar de los rejones en materia de tasas y sanciones y dejando a los ayuntamientos que suban los impuestos locales y a las comunidades autónomas que sangren con un sobrecoste fiscal a sus súbditos.
Y es que demagogos como Sánchez y Starmer no pueden reducir las prestaciones públicas, sería su fin, así que seguirán confiscando nuestra propiedad con impuestos directos e indirectos: tasas y sanciones, como digo, pero también renta y, sobre todo, patrimonio.
En todo caso, el socialista británico Keir Starmer está marcando el camino, equivocado, a Pedro Sánchez: los mismos, y degradados, servicios públicos, a cambio de más presión fiscal, de más esfuerzo fiscal.
No se engañen: el PSOE necesita confiscar más propiedad privada para pagar el derroche del voto cautivo, el feroz envejecimiento de la población y el sobrecostes catalán. Sí, el sistema peculiar que se implantará en Cataluña supondrá en cualquier caso un sobreprecio para el resto de los españoles y la continúa extorsión a la clase media (clase media es aquella que posee alguna propieda, generalmente su vivienda) se v a acentuar. El ideal de Sánchez es convertir a los propietarios en proletarios, a ser posible proletarios-funcionarios, todos en el sector público. En suma, un país de vagos donde impera la ley del mínimo esfuerzo y donde nadie arriesga nada, ni tan siquiera su horario laboral. Lo más parecido a un cementerio, que los muertos son muy sumisos.
El ideal de Sánchez consiste en convertir a los propietarios en proletarios, un país de vagos donde impera la ley del mínimo esfuerzo y donde nadie arriesga nada. Lo más parecido a un cementerio, que los muertos son muy sumisos
Uno siempre ha te nido la sospecha de que la razón de ser del socialismo consiste en un miedo cerval a competir en el mercado.
Y en ese proceso de expropiación de la propiedad privada, su problema es que a profesionales y autónomos ya les ha esquilmado demasiado.
Por cierto, la subida de impuestos que prepara Sánchez, con el apoyo entusiasta de Sumar se he bajo la premisa -errónea- de no reducir el gasto público.
Y ojo, no es que Bruselas le exija a España menos gasto público, es que toda Europa necesita reducir su gasto estatal porque ya no puede aumentar mucho más -aunque Sánchez lo hará, no lo duden- la extorsión fiscal contra la propiedad privada. El compromiso histórico de la Europa actual consiste en reducir el Estado del Bienestar pero nadie se atreve a hacerlo, ni la izquierdas porque lo ue le divierte es fastidiar al rico, ni la derecha acomplejada europea, tipo Feijóo, tipo PP, que no es otra cosa que una socialdemocracia de derechas.