¿Se imaginan pedir un préstamo al banco para comprar la comida del mes? Y no sólo eso, ¿se imaginan tener que pedir otro al mes siguiente, además, para pagar los intereses del primero? Pues eso es lo que está sucediendo con la deuda pública, que no para de crecer y que ha provocado una llamada seria de atención por parte de Bruselas.
Primero el dato, que es para temblar: la deuda pública, según el protocolo de déficit excesivo, se ha disparado un 5,4% en un año y cerró febrero en 1,603 billones de euros, según cifras publicadas este lunes por el Banco de España. Es un nuevo récord que, mucho nos tememos, estará vigente sólo un mes, hasta que lo supere el dato de marzo.
La mayor partida, 1,4 billones de euros, correspondió al Estado, cuya deuda aumentó un 6,9%, seguida de las Administraciones de Seguridad Social, cuya deuda creció un 9,4% y alcanzó los 116.000 millones. La única que disminuyó fue la de Otras Unidades de la Administración Central, que cerró febrero en 39.000 millones, un 8,3% menos que un año antes.
Las Comunidades Autónomas, por su parte, aumentaron la deuda un 3,2%, hasta los 328.000 millones de euros y las Corporaciones Locales, un 0,7%, hasta los 23.000 millones.
En el Gobierno siempre utilizan el mismo argumento para tapar la realidad: la deuda se está reduciendo respecto al PIB. Ahora bien, no lo hace por reducción del gasto sino por aumento del PIB, lo que no deja de ser una trampa porque al final, la deuda hay que devolverla sí o sí y no puede aumentar sin freno, como está sucediendo. En cualquier caso, estamos hablando de una deuda del 107,7% del PIB en 2023, según datos de Eurostat publicados también este lunes. Y cuidado, porque Bruselas exige el 60% del PIB como máximo.
La deuda pública se ha disparado desde que Pedro Sánchez vive en La Moncloa, tendencia que no tiene visos de cambiar durante esta legislatura a pesar de la colleja que le propinó Bruselas el viernes. Efectivamente, la Comisión Europea advirtió de que el gasto en pensiones no es sostenible. En marzo, la factura fue de 12.693,1 millones de euros (pensiones contributivas), cantidad un 6,2% superior a la de un año antes, y que aumenta cada mes y a la que el Estado tiene que hacer frente catorce veces al año. Una barbaridad que se financia con más deuda y que nos lleva a la primera reflexión: ¿se imaginan pedir préstamos al banco para comprar la comida de cada mes? Pues eso: Sánchez nos lleva a la ruina.