Pedro Sánchez seguirá adelante con el cierre de las nucleares, ¡qué inmenso error! Tras su gran victoria el 28-A, el líder socialista se siente más legitimado que nunca para seguir en La Moncloa con las mismas políticas, entre ellas, las ecologistas que dirige Teresa Ribera, quien tiene muchas papeletas para repetir como ministra de Transición Ecológica. Pero ojo, porque estamos ante un inmenso error que nos puede salir muy caro, porque la industria nuclear emplea a unas 28.000 personas en España, entre empleos directos, indirectos e inducidos.

En este tema ha habido, hay y habrá, lamentablemente, demasiada demagogia. Veamos.

La energía nuclear no emite CO2 y lidera la producción eléctrica en nuestro país, al producir más del 20%

En primer lugar, el aspecto medioambiental: el Gabinete Sánchez ha apostado fuerte por la energía ‘verde’, pero su ansia desmedida por luchar contra el cambio climático, en especial, contra las emisiones de CO2, le ha llevado a tropezar a lo grande, porque la energía nuclear ¡no emite CO2!, por tanto es una energía limpia. Lo dice hasta la ONU: su vicepresidenta del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), Thelma Krug, ha señalado que contamina casi lo mismo que la eólica y menos que otras renovables (fotovoltaica, biomasa…) y tiene un papel importante en la lucha contra el cambio climático. En la misma línea, el presidente de Foro Nuclear, Ignacio Araluce, ha destacado que la energía nuclear “lidera la producción eléctrica en nuestro país, al producir más del 20% y es la que más emisiones evita, tras generar cerca del 35% de la luz libre de CO2 durante el pasado año”.

Es una energía, barata, intensiva y bastante estable, al no depender de la climatología (lluvia, sol y viento), como la mayoría de las renovables 

Segundo, Sánchez y compañía pretenden sustituir la nuclear con renovables. Una utopía a día de hoy, porque la primera es una energía barata, intensiva y bastante estable al no depender de la climatología (lluvia, sol y viento). Claro que no hay riesgo de quedarnos sin energía, pues siempre se podría importar, pero ojo, esto dispararía aún más su coste y ¿por qué pagar a otros países lo que puede hacer España? Y a esto hay que unir el hecho de que la energía no se puede almacenar y aunque ya se investiga con baterías, todo depende de los resultados.

Tercero, Sánchez ha vendido la apuesta por renovables como una fuerte generación de empleo, con palmeros como el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, en su estrategia para sustituir la central de Almaraz. Ojo, la industria nuclear implica a unas 28.000 personas entre empleos directos, indirectos e inducidos, que además están muy concentrados en zonas (por ejemplo, Cáceres y Tarragona) y es bastante estable, de calidad, con alta tecnificación y sueldos altos (el sector eléctrico es el que mejor paga a sus trabajadores y además, hay poca dispersión -o sea, diferencia entre altos y bajos-). Es cierto, que en los próximos 15 años, con la fuerte implantación de renovables, se mantendría el empleo en cifras similares, pero ¿y luego, qué? 

Cuarto, Sánchez y compañía se han empeñado en alarmar a la gente con el tema de la vida útil de las centrales y de que es un riesgo superar los 40 años. Algo que es falso gracias al enorme desarrollo tecnológico del sector, además, el 30% de los reactores que hay en el mundo ya tienen autorizaciones para seguir operando más allá de los 40 años (90 en EEUU, donde alguna llegará hasta los 60 años y ya se empieza a pensar en alargar alguna licencia hasta los 80 años). En España, los siete reactores (Almaraz I, Almaraz II, Ascó I, Confrentes, Ascó II, Vandellós II y Trillo) cumplirán 40 años entre 2023 y 2028, y ya se ha acordado su cierre progresivo para el periodo 2027-2035. Además, mientras algunos países están apostando por la construcción centrales (Rusia, China, India, Arabia Saudí y Egipto, entre otros), en la mayor parte de Europa (con excepciones, como Eslovaquia, Finlandia, Francia y Reino Unido) y en EEUU, la tendencia general es mantener el parque nuclear o reducirlo.

Quinto, la apuesta por renovables no es barata. La energía nuclear es ahora mismo la que más electricidad produce y ahora tiene más margen porque el precio del mercado ha subido, pero la fríen a impuestos, que ahora suponen el 40% de su facturación: por ejemplo, los derechos de emisión han pasado de cinco euros por tonelada a 27 en menos de un año y además, abonan un impuesto al combustible gastado de 300 millones anuales que se destina a reducir el famoso déficit de tarifa (generado por las abundantes primas a las renovables que concedió Zapatero). 

Los impuestos suponen el 40% de su facturación: por ejemplo, el impuesto al combustible gastado que se destina a reducir el déficit de tarifa

Y sexto, el cierre de las nucleares en España y el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) no son la última palabra. Para José Bogas, CEO de Endesa, son decisiones que “serán efectivas en 12 o 15 años y no pueden estar escritas en piedra, tenemos que tener la flexibilidad suficiente para adaptarnos a las seguras dificultades” que surgirán en la transición energética. Además, ha recordado la importancia de “monitorizar los avances” del PNIEC, que se revisará en 2023.