El comunicado oficial del Santander de una semana atrás, decía exactamente esto: "Pedro Castro e Almeida sustituye a António Simões, quien deja el banco para ser consejero delegado de grupo Legal and General Group. Simões continuará en el puesto hasta el 1 de septiembre, para asegurar una transición ordenada y comenzará en su nuevo cargo en enero de 2024".
Pero esa decisión tiene muchas aristas, al menos dos. En primer lugar, porque el portugués responsable del Santander para Europa ya había tenido que lidiar con el nuevo CEO, Héctor Grisi. No se engañen, Simões aspiraba a ser CEO y, encima, Grisi consolidó en el mando en Santander España, que continúa siendo esencial en el Grupo, a su antiguo compañero en México, Ángel Rivera, quien se negaba a reportar a Simões. Al final, el portugués ha salido aunque el banco ha intentado ocultarlo al explicar que se había marchado por propia iniciativa, felicitarle por ello... y asegurar que otro portugués, Pedro Castro e Almeida, le sustituyera... aunque con menores prerrogativas.
Su padre, Emilio Botín, mandaba pero no gestionaba. Ana Botín pretende mandar y gestionar. Se ha quedado sola, sin pararrayos, y sin un José Antonio Álvarez que se atrevía a pararle los pies
Por el momento, vuelve la estabilidad a la cúpula del Santander, pero lo que permanece es el interrogante sobre la gobernanza de Ana Botín.
Para entendernos: a pesar de lo que narra la leyenda, la diferencia entre Ana Botín y su padre, Emilio Botín, es que don Emilio Botín mandaba -y mandaba mucho- pero era Alfredo Sáenz quien gestionaba. Sin apenas interferencias, aunque luego tuviera que rendir cuentas... a don Emilio, antes que al propio Consejo, naturalmente.
Ojo, la influencia de Ana Botín en el mundo crece. Sin embargo, en su propia casa esa influencia se encuentra estancada. Mejor, se ha burocratizado mucho
Probablemente, ese sea el error de la actual presidente del Santander. Justo es reconocer que Ana Botín accedió a la Presidencia con un déficit de recursos propios y muchos no creyeron que fuera capaz de enderezar la coherencia pero lo cierto es que lo ha conseguido y las carencias en Santander España fueron salvadas gracias a su éxito fuera de España, éxito en lo que ha contado mucho su prestigio internacional que es grande.
Pero no ha vuelto al estilo Botin. Su padre, Emilio Botín, mandaba pero no gestionaba. Ana Botín pretende mandar y gestionar. Se ha quedado sola, sin pararrayos, y sin un José Antonio Álvarez que se atreva a pararle los pies.
Importante: la asunción de los principios de la ideología de género por el Santander no ha servido en el banco sino para enfadar a clientes y empleados, pero sí ha servido a la propia imagen de Ana Botín... dentro de los parámetros del Nuevo Orden Mundial
Ojo, la influencia de Ana Botín en el mundo crece: en México, en Brasil, en Davos y otros terminales políticamente correctos. Sin embargo, en su propia casa esa influencia se encuentra estancada. Mejor, se ha burocratizado mucho. Precisamente, por su empeño en ser presidenta y CEO, todo a un tiempo.
Importante: la asunción de los principios de la ideología de género por el Santander no ha servido al banco sino para enfadar a clientes y empleados, pero sí a la propia imagen de Ana Botín en los parámetros del Nuevo Orden Mundial.