A simple vista parece que 2021 fue un año espectacular para Santander Consumer, con un beneficio de 1.174,7 millones de euros, el doble que el registrado en el nefasto 2020 (504,1 millones), y 41,7 millones superior al de 2019 (1.133 millones).
Pero de espectacular nada, porque buena parte de la ganancia obtenida el año pasado se debió a la liberación de provisiones. Hablamos, concretamente, de 507 millones frente a los 1.114 millones de 2020.
El margen de intereses, que alcanzó los 3.557 millones, sí superó, tanto el de 2020 (+2,2%, escaso en una financiera) como el de 2019, que fue de 3.428 millones. Las comisiones netas, sin embargo, no lograron alcanzar el nivel previo al Covid y se quedaron en 761,4 millones, frente a los 788 millones de 2019. Eso sí, fueron un 7% superiores a las de 2020.
La morosidad tampoco dio buenas noticias, aunque continuó en niveles muy bajos: cerró 2021 en el 2,06% frente al 2,04% de 2020.
Santander Consumer, el sueño de Ana Botín -créditos al consumo sin la responsabilidad y regulación que entrañan los depósitos- aportó 491 millones de euros al beneficio del grupo Santander, que en 2020 fue de 8.124 millones, el mayor registrado en la última década. ¿Significa eso que el negocio bancario se ha recuperado? Ni mucho menos. Al contrario, la banca española -no solo el Santander- continúa en crisis.