Las nuevas proyecciones macroeconómicas publicadas este martes por el Banco de España no son muy optimistas que digamos y desmienten el relato triunfalista de la todavía vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño. Sí, España crecerá un 2,4% este año, una décima más que lo previsto en septiembre, pero el PIB caerá hasta el 1,6% en 2024, dos décimas menos, y se quedará en el 1,9% en 2025, una décima menos que la anterior previsión.
Para que se hagan una idea de lo que nos espera, y de verdad que no queremos ser pesimistas, el dato del PIB, siendo malo, es el más positivo de todos. Dicho de otra manera, la economía subvencionada de Sánchez y Calviño va a mostrar su verdadero rostro en los próximos años, empezando por la deuda de las Administraciones Públicas, que no bajará del 106% del PIB (muy superior al 60% marcado por Europa) y una necesidad de financiación que en su mejor momento será del 3,4% del PIB, por encima del límite del 3% fijado por Bruselas.
A la deuda pública, que sigue aumentando sin parar, se suma la elevada tasa de paro que en 2024 será del 11,7%, cuatro décimas menos que en 2023 (12,1%). Que no les engañen: no es una reducción real porque las horas trabajadas, que este año cerrarán en 1,9, bajarán hasta 1,3 en 2024, a 1,1 en 2025 y a 0,9 en 2026.
¿Comprenden? La política de empleo de Yolanda Díaz -política de empleo chulísima- consiste, no en crear puestos de trabajo sino en repartir los que hay entre más trabajadores. El empleo que desempeñaba un trabajador, ahora se lo reparten entre dos o más. Naturalmente, el sueldo es menor y obliga a tener más de un empleo. Pero eso no importa mientras las estadísticas-trampa permitan a Yolandísima presentarse ante los españoles como la gran hacedora de empleo.
Otro dato significativo y que permite vislumbrar hasta qué punto la economía española está dopada: el consumo público cerrará 2023 en el 2,2% -el mismo nivel que el privado-, pero se desplomará hasta el 0,8 en 2024, año en el que el PIB se reducirá hasta el 1,6%, como hemos señalado antes. El consumo privado aumentará hasta el 2,3% en 2024, pero no será suficiente para compensar el desplome del consumo público. Y como todo el mundo sabe -o casi todo el mundo-, el dinero público no brota de los árboles sino del bolsillo de los contribuyentes.
En definitiva, nos esperan años muy difíciles, con crecimiento paupérrimo, una tasa de paro elevadísima y una deuda pública que no cesa de aumentar.
Que se prepare el sucesor de Calviño.