De cara a las elecciones generales del 23-J y al posible cambio que podría haber en La Moncloa, algunos sillones del ámbito empresarial con participación estatal no están tan fijos como hace unos meses. Si finalmente, como apuntan muchas encuestas, PP y Vox logran mayoría absoluta... y son más listos para unir fuerzas que estos días (donde en muchas autonomías y ayuntamientos hay demasiada exquisitez), podría haber varios cambios en las cúpulas empresariales y los primeros vendrían en el sector energético. El PP tiene en el punto de mira a Arturo Gonzalo y a Beatriz Corredor, que lideran los operadores del sistema gasista (Enagás) y eléctrico (Redeia, antigua Red Eléctrica), y que también son compañías que transportan gas y electricidad, respectivamente.

Ambos son miembros de la ‘smart people’ de Pedro Sánchez, que se ha convertido en una nueva versión de la ‘beatiful people’ de la época felipista y le permite injerir en diversas empresas cotizadas públicas y semipúblicas. Hace tres meses, Sánchez afrontaba el final de legislatura con su ‘smart people’ bien colocada, pese a la falta de experiencia de gestión de muchos de sus integrantes, y entonces se esperaba que las elecciones generales se celebraran en diciembre... Claro que el fracaso del PSOE el pasado 28-M en las elecciones municipales y autonómicas supuso un giro de 180 grados y provocó que Sánchez adelantara la cita de las generales al 23-J, sobre todo, para intentar salvarse, y a día de hoy el partido socialista se ha roto.

En la Junta de Accionistas de Redeia, Corredor respondió que sobre una posible fusión de Redeia y Enagás en un único operador de los sistemas eléctrico y gasista, como ocurre en otros países europeos, no había “ningún movimiento” por parte de ninguna de las compañías “ni del legislador”. Sin embargo, si hay cambio tras el 23-J en La Moncloa, el próximo inquilino sí podría plantearla

Al PP no le gusta nada Arturo Gonzalo, CEO de Enagás, pues le consideran el ‘brazo armado’ de la vicepresidenta ecológica, Teresa Ribera, en la locura -y la ruina- del hidrógeno verde. Es más, a los peperos incluso les gusta más Antonio Llardén, presidente no ejecutivo de Enagás, que fue desplazado del poder ejecutivo por Gonzalo, pese a ser un gran conocedor del gas y haberse mantenido al frente de la compañía con gobiernos del PSOE y el PP desde su nombramiento en 2007. El pulso entre ambos se mantiene porque Llardén se niega a irse de Enagás, lo que cabrea a Gonzalo, y ambos tienen apoyo socialista: el primero cuenta con el de Salvador Illa y el resto del PSC; y el segundo con el de Ribera, que va como número 2 de la lista socialista por Madrid que se presenta el 23-J. Además, Enagás mantiene sus ingresos y beneficio en descenso, como se vio en los resultados del primer trimestre.

En el caso de Beatriz Corredor, presidenta de Redeia, al PP no le gusta nada su elevado sectarismo y su amistad con Sánchez, la cual le valió ser elegida para el cargo sin tener ninguna experiencia en el sector energético y sustituir a Jordi Sevilla. La compañía no mejora y acusa la mala gestión de los gastos, como se vio en el primer trimestre, cuando redujo el beneficio aunque aumentó los ingresos. En la última Junta de Accionistas, Corredor también se olvidó de la energía nuclear y presumió de ser una de las pocas presidentas del Ibex. Pero ojo, porque en dicha cita, un accionista le preguntó por una posible fusión de Redeia y Enagás en un único operador de los sistemas eléctrico y gasista, como ocurre en otros países europeos (por ejemplo, Portugal): Corredor respondió que “no tiene sobre la mesa, ni siquiera un estudio preliminar” sobre esto y que no le consta “ningún movimiento en ese sentido ni por parte de la compañía a la que se refiere, ni de la nuestra, ni del legislador”. Sin embargo, si hay cambio tras el 23-J en La Moncloa, el próximo inquilino sí podría plantearse dicha fusión. 

Hasta ahora, en lo que respecta al sector energético, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, había avanzado que no quitará el impuesto a las energéticas, aunque lo modificará. Y ahora está más centrado en seguir pergeñando su equipo económico con Francisco Conde, Juan Bravo, Román Escolano, Pablo Vázquez y Luis Garicano; y en la polémica absurda por los pactos con Vox.