Siemens no logra convencer al mercado (su cotización baja un 0,27% y acumula una depreciación del 7,32% en lo que va de año), después de publicar los resultados de sus nueve primeros meses (octubre-junio) al bajar en pedidos un 10%. Al mismo tiempo, insiste en maltratar a España, pese a recibir ayudas y contratos públicos. La última muestra se puede ver en que insiste en el ajuste, o sea, en los despidos en Gamesa (4.100 en total, de los que 430 corresponden a nuestro país), aunque sin dar más detalles porque están en plenas negociaciones con los sindicatos. Mientras, la portavoz del Gobierno vasco, Maria Ubarretxena, ha mostrado “preocupación” ante la situación del fabricante de aerogeneradores, subrayando que “es muy importante que la industria se mantenga en Euskadi y que haya proyectos industriales sólidos”, así como que esperan que “se le pueda dar la vuelta y que se encuentre una solución”, en una entrevista en Radio Euskadi.
Recuerden que el gigante industrial alemán ha estado unos años apostando por el ‘esquema Villalonga’, el mismo que aplicó Juan Villalonga cuando presidía Telefónica, bajo el principio infundado y anglosajón de que la suma de las partes vale más que el todo. Esto le fue bastante bien con la escisión de su negocio de dispositivos médicos (Siemens Healthineers), pero no tanto con la de la división energética (Siemens Energy) debido, en gran parte, a la crisis en Gamesa. Eso sí, no hay que olvidar que el fabricante de aerogeneradores, antes español y ahora alemán, ha ido de mal en peor desde que cambió de manos y que ni siquiera Ignacio S. Galán, presidente de Iberdrola, se quedó para ayudar a los accionistas minoritarios, sino que sacó tajada de su salida de la compañía que fundó su amigo Juan Luis Arregui, hoy presidente de honor y primer accionista de Ence. Ante dicha crisis, Siemens se ha intentado guardar las espaldas y ahora prefiere el ‘método Enron’, que debe su nombre a la energética estadounidense que protagonizó una de las mayores bancarrotas en 2001: se revelaron pago de sobornos y tráfico de influencias para hacerse con contratos y técnicas contables fraudulentas (por ejemplo, el ‘maquillaje’ de pérdidas con el resultado de subsidiarias) que hundieron la cotización y provocaron la quiebra, muchos ejecutivos fueron acusados de cargos y condenados a prisión, y hubo pérdidas milmillonarias para accionistas y empleados (perdieron tanto en pensiones como en precio de las acciones). Y es que ahora Siemens ya sólo controla el 17,1% de su división energética, tras haber transferido un 6,8% de su participación al fondo de pensiones en junio de 2023 y otro 8% en diciembre de ese mismo año (como se puede ver en la imagen inferior).
Los ingresos han crecido un 2%, a 55.118 millones de euros. El negocio digital es el único que ha visto bajar sus ingresos, en concreto en un 7%, a 13.961 millones. Por zonas, hay descenso en Asia y Australia... por culpa de una caída del 6% en China
Por ahora, a la vista de los resultados de los nueve primeros meses, parece que al gigante industrial alemán le está salido bien inclinarse por el ‘método Enron’. Los ingresos han crecido un 2%, a 55.118 millones de euros. Entre sus negocios, el digital ha sido el único que ha visto bajar sus ingresos, en concreto en un 7%, a 13.961 millones; frente al área de infraestructuras inteligentes, que ha aportado 15.392 millones (+7%); el negocio de movilidad, con 8.130 millones (+6%); y la unidad de tecnología médica, con 16.034 millones (+3%). Asimismo, por zonas geográficas, ha mantenido estable la facturación en Europa, África y Oriente Próximo en 25.684 millones; ha logrado aumentarla en América (un 7%, a 16.939 millones); y la ha visto disminuir un 2% en Asia y Australia, 12.496 millones, por culpa de una caída del 6% en China.
Por su parte, el resultado bruto de explotación (ebitda) ha descendido un 4%, a 10.061 millones, algo en lo que ha contribuido que los costes de ventas se hayan mantenido bastante estables respecto a los de hace un año. El beneficio neto se ha incrementado un 2,7%, pasando de 6.231 millones a 6.401 millones. Además, la plantilla ha creciendo en 4.000 personas en operaciones continuadas y discontinuadas, hasta 324.000,… al tiempo que en Gamesa se insiste en más despidos (hay anunciados 4.100, 430 de ellos en España).
Sin embargo, en las cifras entre octubre y junio hay dos aspectos menos positivos. Por un lado, el hecho de que los pedidos hayan bajado un 10%, a 61.123 millones, aunque cuenta con carga de trabajo para rato porque la cartera total de pedidos asciende a 113.000 millones. Y por otro lado, el aumento de la deuda neta industrial, que ha pasado de 7.924 millones a 13.530 millones, aunque ante el elevado ebitda, el ratio de deuda neta industrial sobre ebitda es de 1 vez.
Dos aspectos poco positivos: los pedidos bajan un 10% y la deuda neta industrial aumenta, pasando de 7.924 millones a 13.530 millones
En los mayores ingresos y beneficios de los nueve primeros meses han contribuido las buenas cifras de su tercer trimestre fiscal (abril a junio), tras el estancamiento mostrado hace unos meses: el gigante industrial alemán ha ingresado 18.900 millones (+4,2%) y ha disparado su beneficio neto un 54,9%, a 1.980 millones. Su presidente y CEO, Roland Busch, ha referido que “crecimos de manera rentable y seguimos beneficiándonos de la alta demanda en electrificación” y que el negocio de software industrial es “otro motor de crecimiento”, mientras el área de automatización industrial “sigue siendo desafiante”. “En general, logramos claros aumentos tanto en los ingresos netos como en el margen de ganancias en el tercer trimestre. Nuevamente generamos un sólido flujo de caja libre y volveremos a enfatizar nuestro claro enfoque en el efectivo con un sólido cuarto trimestre”, ha destacado su director financiero, Ralf P. Thomas. Sin embargo, los pedidos han caído un 15,8%, a 19.782 millones. Eso sí, ha confirmado sus previsiones para el conjunto del ejercicio fiscal que cerrará el próximo septiembre.
En cualquier caso, unos resultados que, en general, no han satisfecho del todo a los accionistas, entre los que destacan los inversores institucionales (dueños del 67% del capital), por encima de inversores minoritarios (22%), inversores no idenficados (5%) y la familia Siemens (6%).