Rueda de prensa de José Luis Álvarez y de Unai Sordo, secretarios general de UGT y CCOO, respectivamente. Exige Álvarez que todos los partidos, o sea, el PP, que es el que puede ganar al suyo, que es el PSOE, deberían decir si van a derogar las reformas económicas de esta legislatura. Pero que no se trata -¡Nooooooo!- de atar las manos al próximo Gobierno, que puede ser del PP.
CCOO y UGT se convierten en los mamporreros electorales de Sánchez, con una desfachatez hasta hoy desconocida
Pues sí, se trata justamente de eso. Porque antes, tanto Álvarez como Sordo han dicho que esas reformas del PSOE-Podemos han sido muy buenas para el país. ¡Pobre de ti!, Feijóo, si te atreves a oponerte.
El Gobierno ha salvado a CCOO y UGT con dinero público y, aún más importante, convirtiéndoles desde Moncloa en protagonistas de la vida económica. Ahora, Sánchez les pasa factura
Pero es que, además, no se trata de eso. Se trata de salvar el estatus. Porque no olviden que cuando Sánchez sube al poder en 2018 CC.OO y UGT estaban, simplemente, muertas. Ya llevaban dos generaciones de españoles que no se apuntan a un sindicato de clase, ni borrachos. Sin embargo, cuando Sánchez se hospeda en Moncloa llega la resurección de las dos centrales de clases. No hablo sólo de dinero, que también, sino del mayor favor que le puede hacer un Gobierno a un sindicato: darle notoriedad pública. Un ejemplo sencillo: con Rajoy, el sindicato USO y otros sindicatos sectoriales participaban en el diálogo social. Con Sánchez, eso se acabó: los únicos representantes de los trabajadores que existían en España volvieron a ser Comisiones y UGT. Puede decirse que Sánchez les salvó de la extinción.
Ahora pasa la factura. Jamás se ha visto a los dos sindicatos de clase, con tamaña desfachatez, apoyar a un partido político y a un Gobierno como en la mañana del miércoles 7, lo han hecho José Luis Álvarez y Unai Sordo. Feijóo, como se te ocurra tocar la reforma laboral, el Ingreso Mínimo Vital, rebajar las cotizaciones sociales o bajar los impuestos... te la has cargado. Esto se llama matonismo sindical.