¿Solidaridad europea? Unas palabras que se oyen mucho en los últimos meses ante la crisis energética, pero que no se exige a todos los Estados miembros de la misma manera, como siempre. Ahora Francia, o sea, el país que dirige el amigo Emmanuel Macron (con quien Pedro Sánchez no escatima muestras de cariño en sus encuentros), se opone al gasoducto Midcat. ¿El motivo? Tardaría demasiado para responder a la crisis energética actual.
Esto llega después de que desde Alemania, el “amigo Olaf” Scholz defendió la construcción de un gasoducto que lleve gas al centro de Europa, pero olvidó que es caro y no se hace en un día. La oposición la encabeza el Ministerio de Transición Ecológica galo que lidera Agnes Pannier-Runacher. En un comunicado del Departamento de la homóloga francesa de Teresa Ribera, se señala que el proyecto del Midcat tardaría años en ser operacional, por tanto, demasiado para responder a la crisis energética y también se ve excesivo su coste. Y aunque se reconoce que los dos gasoductos pirenaicos actuales (a través de Biriatou, en País Vasco, y vía Larrau, en Navarra) “funcionan a pleno rendimiento desde el inicio de la crisis ucraniana”, con 225 gigavatios hora (GWh), y el Midcat doblaría esa capacidad, se alega al desafío climático para cuestionar el desarrollo “de infraestructuras gasistas perennes cuando Europa acelera la transición hacia la neutralidad carbono en 2050”.
Desde el Departamento de la homóloga francesa de Teresa Ribera también se alega al desafío climático para cuestionar el desarrollo “de infraestructuras gasistas perennes cuando Europa acelera la transición hacia la neutralidad carbono en 2050”
O sea, que el tiempo, el coste y hasta los objetivos climáticos son las excusas que ha puesto Francia para negarse a que se termine el Midcat, que lleva años parado y que no llegó a ponerse en marcha porque faltan por construir 226 kilómetros. Ribera había señalado que tardaría entre ocho y nueve meses en estar listo en la parte española y Bruselas se había abierto a financiarlo... si había acuerdo entre España y Francia. Pero parece que esto último no será posible. Y por si esto no bastara, desde el Ministerio de Transición Ecológica galo se propone como alternativa al Midcat construir terminales metaneros en zonas marítimas de países como Alemania.
Por cierto, en el nuevo plan estratégico de Enagás, compañía gestora del sistema gasista español y transportista de gas, se recogía el objetivo de elevar el número de interconexiones. En concreto, sumando una tercera con Portugal, una tercera con Francia (el famoso Midcat) y un gasoducto submarino con Italia, que en un principio transportarán gas, pero más tarde llevarán hidrógeno. Esta última podría cobrar ahora mayor relevancia, tras la oposición gala. Veremos.