Tres bancos, seis directivos. Empecemos por los presidentes: Ana Botín (Santander) cobró 11,6 millones de euros frente a un Carlos Torres (BBVA) que salió por los 8,29 millones. José Ignacio Goirigolzarri, que preside el tercer banco español y primero en España, salió por los 2,25 millones de euros. 

Tres CEOs: el del Santander, Héctor Grissi, cobra 7 millones de euros. El de BBVA, el turco Onur Genç, 7,1 millones de euros; mientras Gonzalo Gortázar rebaja su salario hasta los 3,9 millones de euros. 

De entrada, hay que concluir que las cajas de ahorros son más austeras que los bancos a la hora de remunerar sus directivos. Compara el sueldo de Cortázar con los de Genç o Grisi. 

Otro motivo de confusión es el carácter ejecutivo de las presidencias. Se supone que el sistema que más gusta al Banco Central Europeo (BCE) es el de un presidente chairman, semi ejecutivo y un primer ejecutivo con categoría de CEO. En este esquema se supone que el primer ejecutivo debe cobrar más que el administrador central, el presidente, pero esto solo ocurre en el caso de CaixaBank. De hecho, donde Gortázar cobra más que Goirigolzarri. En el caso del Santander todavía podía ser más llamativo, dado que Ana Botín, sin despeinarse, asegura que ella no es la primera ejecutiva del banco ni la que más manda... lo cual provoca una cierta hilaridad y un indisimulado regocijo en la compañía. Por cierto, ¿Carlos Torres es presidente ejecutivo del BBVA? Se supone que sí… ¿o no? En cualquier caso, cobra más que Onur Genç.

Cuidado con los sueldos altos porque cada vez son más los accionistas descontentos con los salarios de sus directivos, que les parecen muy elevados, y que en la Junta votan contra sus salarios. Pero la verdad es que la influencia de los accionistas sigue siendo más bien escasa en las nóminas de los jefes bancarios.

No es admisible que la remuneración al accionista baje o se congele mientras los sueldos de los directivos suben. Los propietarios no son los altos ejecutivos, son los accionistas.

Lo más importante: un salario no es ni alto ni bajo, depende de lo que el trabajo de una persona aporta a la empresa y al bien común. ¿Vales lo que cobras? Recuerden que sólo el necio confunde valor y precio.