Estamos acostumbrados al pago, sobre todo al cobro, del Ingreso Mínimo Vital (IMV) pero no deberíamos haberlo hecho. El saldo de la Seguridad Social, vendido como un éxito, nos muestra que el IMV crece sin cesar y que ya no resulta ni discutible. Así, según la nota del Ministerio que dirige Elma Saiz, ya son 650.000 los hogares perceptores y el 40% de los beneficiarios son menores de edad. Ante esos datos, a callar. Pues a mí no me da la gana.
Es más, la propuesta más sensata es la supresión del Ingreso Mínimo Vital, no por caro sino por injusto y, a cambio, instauremos el salario maternal. Pero no tan miserable como rige en España (100 euros al mes) y, sobre todo, vigente sólo hasta que el bebé cumpla tres años. Y esto porque, cuando los cumplen, los niños continúan comiendo y teniendo necesidades. No, el salario maternal debe seguir pagándose hasta que el hijo cumpla la mayoría de edad y abandone el hogar paterno, así se hace en Alemania.
Además, el IMV ha crecido un 30% en un año... pero se supone que era una aportación transitoria hasta que el receptor obtenga un empleo. Si el empleo está creciendo, ¿por qué aumentan los perceptores?
Lo malo de la renta básica no es el gasto que provoca, sino que, con ella, se está acostumbrando a la gente a la vagancia, a sobrevivir, en lugar de a mejorar. Además, el dinero público no se debe dar a cambio de nada: que el perceptor realice alguna tarea social
Lo malo de la renta básica no es el gasto que provoca, sino que, con ella, se está acostumbrando a la gente a la vagancia, a sobrevivir, en lugar de a mejorar. Además, el dinero público no se debe dar a cambio de nada: que el perceptor realice alguna tarea social. Si no, introduce un agravio con cualquier tipo de trabajador. En otras palabras, contra los que sí doblan le lomo. Y nada peor que una sociedad de vagos.
Violar el principio paulino de que "el que no trabaja, que no coma", es una injusticia. Aunque se trate de un mero complemento del salario, ¿por qué uno lo tiene y el otro no? Además, ¿quién es capaz de medir las necesidades de cada cual? Desde luego, no el Estado.
Violar el principio de que "el que no trabaja, que no coma", es una injusticia. Y aunque se trate de un mero complemento del salario, ¿por qué uno lo tiene y el otro no? ¿Quién es capaz de medir las necesidades ciertas de cada cual?
El IMV es malo, por contra, el salario maternal es buenísimo y más que justo: se otorga a una mujer, a la mujer madre, que, a cambio de esa prestación, realiza la dura y más difícil de todas las tareas: la maternidad. La madre colabora, y mucho, al bien común. Además, la mujer no está marginada en el ámbito laboral: la madre sí. Y es que, por lo general, la época de la maternidad coincide con la edad de medro profesional y de mayor competencia por ascender en tu profesión. Ahí es donde la mujer está marginada respecto al hombre. Justo es compensarle con un salario por hijo, y si tiene diez hijos, diez salarios. Cada uno de ellos vale lo mismo.
El IMV es malo, por contra, el salario maternal es buenísimo: se otorgaría a una mujer que, a cambio de esa subvención, realiza la más dura y más difícil de todos las tareas: la maternidad
Pero el Ingreso Mínimo Vital: ¿para qué? Pero al menos, ¿a cambio de qué? Con la de cosas que hay que hacer en el mundo y la gente que necesita atención... en lugar de estar cruzados de brazos.