Y eso de cogestor viene porque Juan Díaz-Jove, junto a su primo José María Díaz Vallejo, es el responsable, para bien y para mal, del devenir del fondo Narval. Un devenir en este caso muy positivo, porque acaba de recibir la máxima puntuación de la prestigiosa consultora Morningstar, es decir, sus 'cinco estrellas’. “Estamos muy orgullosos de que, una vez cumplido el único requisito que no depende de nosotros como es el tiempo: es decir, un historial de tres años, hayan puesto en valor el que sí depende de nosotros: la rentabilidad”.
Las cifras hablan por sí solas: rendimiento del 28,14% desde su lanzamiento y del 14,37% en lo que va de 2021. “Siendo totalmente justos”, asegura Díaz-Jove, “la realidad es que la renta variable está haciendo máximos igual que Narval”.
Pero, modestia aparte, (y eso lo digo yo), es que el fondo tocó máximos “habiendo caído sustancialmente menos que el mercado en los momentos más duros”.
Así que, con la medalla de Morningstar en la solapa a la que se ha unido el primer ranking Citywire, este gestor que llegó a Rentamarkerts con 25 años cumplidos, nos cuenta que en Europa es dónde encuentran el mayor número de oportunidades “y de ahí que tengamos ese 85% invertido en la región”.
Y… ¿qué hay de España?, le pregunto, y él se lamenta y me explica: “Es algo que nos apena, pero no depende de nosotros. En España, los empresarios no son partidarios de sacar compañías a bolsa. Un ejemplo: Grecia, Suecia y Suiza —países muy diferentes entre sí pero que rondan los diez millones de habitantes— cuentan, cada uno, con unas 250 cotizadas. En España hay unas 150”.
Sin mostrarse preocupado “en exceso” por lo que preocupa a prácticamente a todos (inflación, tipos de interés o deuda), Juan Díaz-Jove nos recomienda unas vacaciones tranquilas: “Ya me quedo yo defendiendo el fuerte”.
-El fondo Narval lo gestiona junto a su primo José María Díaz Vallejo, ¿cómo se trabaja mano a mano con alguien tan cercano? Porque me dicen que son uña y carne en esto de la gestión.
Así es. Yo creo que en los últimos diez años —que es el tiempo que me llevo dedicando a esto— pude haber comentado con Pepe el noventa por ciento de las compañías en las que he invertido. Durante los cuatro años que llevamos gestionando Narval conjuntamente, ha quedado patente esa escala, agilidad o sincronía de trabajar con alguien con quien compartes una filosofía y método.
-Y si se ven fuera del horario laboral, aunque sé que residen en ciudades diferentes, ¿caen en la tentación de hablar de su trabajo o respetan el tiempo libre?
Claro. Al vivir en ciudades diferentes, lo normal es hablar por teléfono. Ahora, sí es verdad que la gran mayoría de nuestras conversaciones son relacionadas con nuestro trabajo. No por falta de temas ni mucho menos, sino porque ambos compartimos esa misma vocación inversora.
Si nos cruzamos con una buena oportunidad de inversión que haga mejor al conjunto de la cartera, la vamos a aprovechar
-Es usted una persona muy joven y tengo entendido que Rentamarkets no ficha a cualquiera. ¿En qué cree que se fijó la gestora en su caso y con tan solo 25 años?
En Rentamarkets, como grupo, entré con 25 años recién cumplidos. A la gestora del grupo entré con 28. De eso hace ya cuatro años. Yo creo que en mis primeros años demostré interés y esfuerzo —quiero pensar que también capacidad—. Cuando Rentamarkets montó la gestora, mi movimiento fue el natural: ya desempeñaba funciones de gestión para el capital propio del grupo y había comenzado mi carrera profesional en otra gestora (Aviva Gestión).
-Pero vamos al asunto porque el fondo Rentamarkets Narval acaba de recibir la máxima puntuación de la prestigiosa consultora Morningstar, es decir, sus 'cinco estrellas’.
Así es. Morningstar pide tres años de historial para calificar un fondo. Estamos muy orgullosos de que, una vez cumplido el único requisito que no depende de nosotros (el tiempo: cumplir tres años), hayan puesto en valor el que sí depende de nosotros: la rentabilidad.
Y ustedes han recibido su primer rating Citywire…
La principal diferencia entre Morningstar y Citywire es que el primero califica al fondo y el segundo al gestor. A veces se da el caso de un gestor que lleva varios fondos, por lo que ambas calificaciones no tienen por qué coincidir. Al gestionar un único fondo es razonable pensar que la calificación que nos otorguen ambas consultoras sea parecida, ya que el principal criterio es el mismo: la rentabilidad. Igualmente orgullosos estamos de este reconocimiento de Citywire.
-Las cifras hablan por sí solas: rendimiento del 28,14% desde su lanzamiento y del 14,37% en lo que va de 2021. ¿Cómo se consigue esto en un momento tan complicado?
Siendo totalmente justos, la realidad es que la renta variable está haciendo máximos, igual que Narval. Sin embargo, la principal diferencia es que nosotros llegamos a máximos habiendo caído sustancialmente menos que el mercado en los momentos más duros, y acompañando en buena parte de la subida. El mercado, por su parte, ha llegado a máximos tras una serie de movimientos extremos. Sabiendo que el exceso de volatilidad es un impuesto invisible al interés compuesto, y que este último empieza a brillar en el largo plazo, creemos que el valor de nuestra estrategia será aún más evidente conforme pasen los años.
-Hablamos de un fondo de renta variable en el que Europa manda, aunque ustedes hablan de ‘vocación global del fondo’.
El 85% de las empresas de Narval son europeas, pero la realidad es que muy pocas de ellas generan la totalidad de su valor en Europa. Tenemos compañías europeas que hacen la mayor parte de su venta en Estados Unidos y otras cuya región más rentable es China, por ejemplo. Y además tenemos un 15% de empresas de fuera de Europa. Si nos cruzamos con una buena oportunidad de inversión que haga mejor al conjunto de la cartera, la vamos a aprovechar. Ahora, es en Europa donde encontramos el mayor número de oportunidades y de ahí que tengamos ese 85% invertido en la región.
-Acaban de hacer una serie de ajustes en la cartera, han salido de algunas empresas y han entrado en otras. ¿Me puede poner un par de ejemplos de por qué ya no apuestan por determinadas compañías y por otras sí? ¿Qué claves analizan para posicionarse?
Nosotros no somos muy dados a hacer muchos cambios. Al fin y al cabo, en una inversión tienes dos palancas: el fundamental y la valoración. Para nosotros la principal es el fundamental —que viene a estar determinada por la calidad del negocio. En la valoración no es que seamos laxos ni mucho menos, pero sí podríamos decir que somos más flexibles— llegando a aceptar una prima si consideramos que la excelencia de una empresa lo merece.
¿Qué es un parón de dos o tres años en la vida de una empresa?
Es decir, si ese fundamental va a ser capaz de crecer más rápido de lo que pueda restar la valoración, de tal manera que saquemos un buen rendimiento a esa inversión. Esto es importante, porque si bien la calidad de un negocio no varía sustancialmente en períodos cortos, el precio sí puede hacerlo. Entonces, cuando nosotros hacemos un cambio es necesariamente por una de tres razones: 1) nos hemos equivocado con la calidad o el fundamental del negocio (quiero pensar que esto no nos suele pasar); 2) la valoración o el precio ha subido tanto que el fundamental no va a ser capaz de alcanzarla; y 3) hemos encontrado una nueva idea que, reemplazando a otra en Narval, mejora el conjunto de la cartera.
-Tienen muy pocas compañías españolas en cartera ¿por qué?
Es algo que nos apena, pero no depende de nosotros. En España, los empresarios no suelen ser muy partidarios de sacar compañías a bolsa. Por ejemplo: Grecia, Suecia y Suiza —países muy diferentes entre sí pero que rondan los diez millones de habitantes— cuentan, cada uno, con unas 250 cotizadas. En España hay unas 150. Es natural, por estadística pura, que encontremos las mejores oportunidades fuera de nuestras fronteras.
-La intensa recuperación económica, ¿qué papel juega en su estrategia?
Obviamente nos beneficia que nuestras empresas vuelvan a recuperar sus ritmos de actividad cuanto antes. Pero también hay que pensar que una empresa es una entidad cuya vida es proporcional al tiempo durante el que sea capaz de ofrecer de manera económica unos productos o servicios que creen valor a sus clientes. En la mayoría de los casos estamos hablando de décadas, incluso siglos. ¿Qué es un parón de dos o tres años en la vida de una empresa?
-Dice su compañero Pepe Díaz en una tribuna que los valores estrella de hoy son con frecuencia los estrellados de mañana. Yo creo que eso es lo que define a la renta variable, pero yo sé poco de esto, la verdad.
Las modas —por definición pasajeras— hacen que las perspectivas inherentes a ciertos valores “estrella” sean demasiado optimistas. Cuando ese optimismo choca con la realidad de su fundamental, el mercado acaba “estrellando” a estos valores. Mientras el fundamental a largo plazo sea el baremo por el cual se guíen los precios, éste sí debería de ser el criterio definitorio de la renta variable. El problema es que cuanto más barato es el dinero, más tiempo se les da a estas empresas para que justifiquen su fundamental y más tarda el mercado en realizar ese juicio. Es más, muchos de estos valores “estrella” empezarán a “estrellarse” en cuanto den resultados positivos y, por tanto, vayan despejando incógnitas sobre sus insuficientes modelos de negocio.
Las modas —por definición pasajeras— hacen que las perspectivas inherentes a ciertos valores “estrella” sean demasiado optimistas
-También he leído que ustedes, para entender el mercado, utilizan un modelo mental basado en la historia y en la teoría militar. ¿Me lo explica por favor?
El mercado es una realidad compleja que, para ser asimilado y comprendido por el cerebro humano, necesita un modelo que lo simplifique. La teoría militar aporta el modelo mental que utilizamos nosotros para abarcar esa complejidad de los mercados. Se trata de un modelo mental con decenas de siglos de historia de pensamiento tras él y nos resulta útil para afrontar cuestiones como el conflicto entre compradores y vendedores, el uso de información incompleta, la gestión entre el miedo y la codicia, el análisis y la gestión de una cartera, la importancia de la defensa y la necesidad del ataque para obtener resultados…
-Y esta guerra de la ‘pandemia’ ¿cómo la están combatiendo?
La estrategia no cambia: crear y mantener una cartera equilibrada formada por negocios mejores que la media a precios inferiores a la media. Cuando uno invierte bajo esta filosofía siempre lo hace con un prisma de largo plazo. A nivel táctico, sí es verdad que gracias a la pandemia hemos sido capaces de comprar esos negocios a precios todavía mejores, sabiendo que dentro de diez años nos habrán dado muy buenas rentabilidades.
-¿El mercado ha aprendido a convivir con esta situación?
Que el mercado esté donde está, descuenta, correctamente a mi entender, que la situación es temporal y que la economía recuperará rápidamente. Eso no significa que mañana le dé por descontar, erróneamente, lo contrario. Pero sí me parece razonable pensar que en diez años estaremos bastante mejor que hoy y que en concreto unas pocas empresas estén sustancialmente mejor. Y eso me hace ser optimista.
-Y volviendo a la recuperación económica, ¿qué peligro hay de que se desinfle en pocos meses como algunos vienen pronosticando sobre todo en el caso de España?
Yo creo que a los gestores se nos tiende a confundir con economistas. Y no digo que sea un error garrafal ni mucho menos, al fin y al cabo, sí es verdad que la economía guarda cierta relación con los mercados. Sin embargo, hay dos diferencias cruciales: el plazo y el prisma inversor. Por el primero me refiero a que un buen economista ha de tener cierta visión cortoplacista de la economía, mientras que para un buen inversor la economía a corto plazo ha de ser un tanto irrelevante. Por el prisma me refiero a que un economista llega a una conclusión macroeconómica, mientras que un buen inversor es selectivo. Y cuando uno es selectivo, es difícil no encontrar buenas oportunidades de inversión, entre decenas de miles de cotizadas a nivel global, independientemente del entorno macroeconómico.
-¿Le preocupa lo que preocupa a prácticamente a todos: inflación, tipos de interés, deuda…?
No en exceso por los motivos ya comentados. A nivel individual de cada compañía, además, lo que buscamos son negocios que no sean tan sensibles a la macro: que aquellas que venden productos menos diferenciados sean capaces de repercutir incrementos en costes, que aquellas que tengan deuda cuenten con un calendario de vencimientos holgado, que aquellas más intensivas en capital estén en etapas avanzadas de sus planes de inversión, que aquellas con mayor apalancamiento operativo tengan capacidad para reorganizar su estructura de costes…
El mercado es una realidad compleja que para ser asimilado y comprendido por el cerebro humano necesita un modelo que lo simplifique
-He visto que es bastante activo en redes sociales, en concreto enTwitter, y que incluso pide opinión para interpretar las cifras de alguna que otra empresa. ¿Le enriquece este intercambio de ideas?
De hecho, la única red social que tengo es Twitter porque me permite tener conversaciones muy enriquecedoras con gente de todo el mundo. Sí es verdad que publico poco y quiero pensar que, cuando lo hago, son reflexiones maduradas que aportan cierto valor para el que las lee. Cuando hago preguntas suele ser sobre un tema en el que ya tengo una opinión formada para comprobar mis hipótesis o el sentimiento inversor del resto.
-Y también le he leído asegurando que nunca serán los más guapos y los más listos… “pero aspiramos a ser consistentemente guapos y consistentemente listos”. Afirmación que, aplicada a su trabajo como gestor, imagino, ¿cómo la interpretamos?
Quiero decir que no aspiramos a dar grandes titulares, del tipo “el fondo que más sube en el mes de junio” o “un fondo que ha multiplicado por dos en un año”. Ni nos interesa, ya que apela al cliente equivocado. Nuestro valor se materializará si generamos una buena rentabilidad con la mayor recurrencia que permita la renta variable —que, como hemos dicho, no está exenta de volatilidad—. Por ejemplo, en el cómputo de los últimos tres años estamos dando más rentabilidad que fondos de la competencia directa que ganaron mucho dinero en 2019, que luego perdieron muchísimo dinero en 2020 y finalmente están ganando mucho dinero en 2021. Por extremos —para bien o mal— son ellos los que copan titulares.
- “Salud, vanidad y agricultura son las grandes megatendencias”, ha dicho en algún momento pero… ¿la vanidad cotiza?
Claro que sí. Es más, es súper rentable. Cotiza en la forma de empresas que venden productos bajo una marca o un relato que apela precisamente a nuestra vanidad, y por lo tanto estamos dispuestos a pagar por ese artículo o servicio varias veces el coste de crearlo. El ejemplo más claro: empresas de la industria del lujo. Como europeos, además, deberíamos estar súper orgullosos de decir que es una industria global que se origina en nuestras fronteras.
Yo creo que a los gestores se nos tiende a confundir con economistas
-Y, para terminar, con este panorama general como telón de fondo, ¿nos podemos ir de vacaciones tranquilos?
Totalmente tranquilos, que ya me quedo yo defendiendo el fuerte.
-Por cierto, ¿dónde recarga pilas Juan Díaz-Jove?
Yo diría que no es un dónde sino un cómo: haciendo deporte.