El tirano de Arabia Saudi Mohamed Bin Salman ni se dignó a advertir a Pedro Sánchez que una empresa estatal saudí, es decir, de su propiedad, iba a adquirir el 10% de la que probablemente sea la compañía más estratégica de España: Telefónica. Algo que no se había atrevido a hacer con Estados Unidos, Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Holanda y sigan ustedes contando. En su día, al parecer, España fue una gran potencia, hoy todos se ríen de nosotros.
Para más recochineo, el mayor bocazas del Gobierno, el ministro de la Presidencia, ahora en funciones, Félix Bolaños, conocido por los fontaneros de Moncloa como 'El Bolas', se lanza a la piscina: la inversión árabe es una muestra de la confianza de los inversores en la economía española. De inmediato, envían a Nadia Calviño y a la portavoz, Isabel Rodríguez, a 'desfacer' el entuerto: la portavoz asegura que, no es que están enfadados, pero que España dispone de normativa para defender a sus empresas estratégicas, sólo le falto decir entrañables. Por su parte, Nadia Calviño aseguró, con aplomo de eurócrata, que el Gobierno español estaba estudiando la operación ¡pero qué operación ni que porra si ya ha sido ejecutada!
Como decíamos ayer, la propia operadora no emite juicios. Se trata de una operación financiera y, en cualquier caso, prefieren guardar silencio. Pues, la verdad, no es lo que hizo su colega Francisco Reynés cuando el fondo australiano IFM lanzó una OPA sobre Naturgy. El consejo de la compañía energética respondió: se trata de una operación "no solicitada".
En el mundo de la diplomacia internacional conviene hacerse respetar, especialmente en el submundo corporativo.