Los árabes de STC no han dicho nada desde que entraron en el accionariado de Telefónica, hace ahora un año. Así lo ha afirmado este miércoles el presidente de la operadora, José María Álvarez-Pallete, durante un almuerzo en el Club Siglo XXI. Y esto es bello e instructivo porque muestra la chulería del siniestro Mohamed bin Salman y su mala educación a pesar de tener todos los millones del mundo.

Tampoco le han pedido permiso al Gobierno para llegar al 10% del capital ni para solicitar un puesto en el Consejo. “Hasta la fecha no han manifestado ni han pedido nada nuevo”, afirmó Pallete. STC posee el 4,5% del capital de forma directa y otro 5% adicional a través de instrumentos financieros.

En cualquier caso, preguntado por la posible entrada de STC en el Consejo, el presidente de Telefónica respondió sin titubeos que la actual composición del mismo “está bien”. Vamos, que si los árabes se van por donde han venido, tampoco pasa nada. Por cierto, calificó de “buena” la relación con Carlos Ocaña, el consejero de la SEPI, amigo de Pedro Sánchez.

Pallete tampoco se plantea revolucionar el equipo directivo, con el que está muy satisfecho, aunque admitió que hay que estar adaptándose permanentemente. De momento, en el Distrito C pueden respirar tranquilos. Ahora bien, hay quien está buscando esa revolución en el organigrama y uan convicción generalizada en la casa de que esa revolución habrá que hacerla antes o después.

Durante su intervención, el presidente de Telefónica llamó la atención sobre la situación de Europa en el campo de la tecnología. En resumen: estamos mal y necesitamos, cuanto antes, un cambio profundo. “Europa tiene que decidir qué quiere ser”, señaló, porque “ha perdido relevancia”. En este sentido, valoró muy positivamente el informe Draghi presentado esta semana: “Nos da mucha esperanza”, afirmó, aunque -y esto lo digo yo-, suponga aumentar todavía más la deuda, justo lo que no puede permitirse el Viejo Continente. Lo que hay que hacer es reducir el gasto público, no aumentar la deuda, que ya está suficientemente disparada.

Una última reflexión: vivimos, según Pallete, una “situación de vasallaje y esclavitud digital”, porque no tenemos ningún control sobre nuestros datos, que otros utilizan para ganar dinero. “No sabemos lo que valen nuestros datos”, afirmó, y explicó que, según una consultora de EEUU, los datos de una familia de cuatro miembros tienen un valor de entre 20.000 y 40.000 dólares anuales.