El próximo jueves 17, en el selecto club de antiguos alumnos de la Comercial de Deusto, la estrella será Laura Abasolo, actual número 3 de Telefónica, responsable financiera y de Iberoamérica. Lo hará en la asociación de antiguos alumnos de la universidad de los jesuitas y hablará cobre consejos de administración. Un tema apropiado en un momento que ya incoamos y ahora aclaramos.

Las noticias, además del recambio en Telefónica de España, donde Sergio Oslé sustituirá a Emilio Gayo en la Presidencia, del que ya hemos informado, son dos: la primera, que el PNV aspira a convertir a Laura Abasolo en consejero delegado del grupo Telefónica, puesto que hoy ocupa Ángel Vilá. No quiero decir que ella capitanee una conspiración para quitarle el puesto a Vilá. En serio, no, pero lo cierto es que el PNV, que vende muy caro el voto de sus escuálidos cinco diputados, así lo solicita en Moncloa. 

La segunda noticia, más peligrosa, es que el Gobierno no renuncia a nada. Sánchez puede estar en su momento más débil, políticamente hablando, con un Felipe González anunciando que ya tiene pensado a su sucesor, aunque ha tenido la gentileza de no darnos el nombre, pero lo primero, no se va del sillón de mando por muchas que sean las presiones, entre otras cosas porque no sabe hacer otra cosa y, además, mientras esté sentado en ese sillón piensa copar el mayor poder posible, por supuesto, también en las empresas.

Al final, Sánchez está convencido de que por menos de 2.500 millones de euros se ha comprado Telefónica.

Empecemos por el principio: la SEPI no tiene derecho a dos consejeros dominicales, como se ha dicho, en el Consejo de Telefonica. Para ser exactos tiene derecho a uno (el ya nombrado Carlos Ocaña) y sólo podría reclamar un segundo, según la ley, si se hace con el 13,2% del capital, 3,5 puntos más que su actual participación del 9,9%. Pero a ver quién le niega algo a Marisu Montero y al doctor Sánchez.

Pero aquí viene lo bueno: Moncloa pretende que la exsecretaria de Estado de Telecomunicaciones, Carmen Artigas, represente al Gobierno en calidad de consejera independiente. Esto ya resultaría un poco cachondeable, pero en la España de Sánchez todo es pitorreable. De esta forma, el Gobierno podría incluso nombrar un tercer vocal, esta vez en condición de independiente. Y el que quiera aprender que vaya a Salamanca.

Moviola: Artigas fue expulsada de Telefónica por el actual presidente, Álvarez-Pallete, antes de que la sangre corriera por los pasillos del Distrito C, porque ella y 'el gorros', como se conoce al famoso 'hacker' Chema Alonso, no llegaron a las manos... porque todos hemos sido educados en colegio de pago, que si no...

Por tanto, la entrada de Artigas, no es un trago agradable para Pallete pero recuerden que Artigas es amiga personal, tanto de Pedro Sánchez como de Begoña Gómez, que es tremendamente ambiciosa y que su fuerte no es la simpatía, las tres condiciones clave para triunfar en el Sanchismo.

Ya puestos, ¿por qué no un cuarto representante, asimismo oficioso, del Ejecutivo? Recuerden que Javier de Paz, que sólo lleva 16 años en el máximo órgano de administración, tal y como aconsejan los códigos de buen gobierno, los últimos en calidad de consejero 'externo' -ese limbo que nadie sabe aún qué significa- también podría quedarse... como externo. Todo podría ser, aunque es cierto que Javier de Paz es hombre de Zapatero, que no de Sánchez. Por tanto, la opinión mayoritaria es que el Gobierno no dará la batalla por Javier de Paz y se conformará con 3 representantes en el Consejo.

Naturalmente, si el Gobierno cuenta con dos independientes podría tener, en total, cuatro representantes, Caixabank, también con un 9,9% pedirá un segundo consejero y los árabes de STC y de Ben Laden, otros dos. Dos razones para que ninguno de los dos se opongan a cualquier pretensión del Ejecutivo, ¿me siguen?

Ya tenemos ocho consejeros de 15 y sólo uno independiente... de aquella manera, pues hablo de Artigas, sobre un total de 15 vocales. Para mí que habrá que cambiar alguna cosilla en los Estatutos.

¿Y el BBVA? Desde luego, si el Gobierno, vía Salvador Illa, torpedea la OPA sobre el Sabadell, el BBVA abandonará la operadora y su consejero desaparecerá, dejando vacante una vicepresidencia: ¿quizás para Carmen Artigas?

La pregunta es: ¿puede dirigirse una empresa con el Gobierno Sánchez y todos sus múltiples, pluralistas y pluriformes aliados, la llamada mayoría de investidura, metiendo la cuchara y repartiéndose los cargos? 

Poder se puede, pero resulta muy complicado y, a veces, harto desagradable.

Por cierto, ante el ligero desconcierto reinante, a alguien -siempre hay un alguien- se le ha ocurrido, allá en el Distrito C, que Telefónica podría ser quien comprara Minsait (Indra), una vez enajenado el sistema de pagos de la filial de Indra. Ya puestos, Telefónica podría comprar Indra y convertirse en una empresa de Defensa. Todo puede ocurrir cuando los políticos se dedican a las corporaciones. Recuerden la frase maldita, de ocho palabras, de Ronald Reagan: "Hola, soy del Gobierno y vengo para ayudar".