Ha pasado inadvertida la muy morbosa actitud de las siete magníficas, las grandes tecnológicas, en la batalla entre Kamala Harris y Donald Trump. Salvo, naturalmente, el apoyo descarado y entusiasta del dueño de Tesla y de X al candidato republicano.

Tampoco nos engañemos con Elon Musk. Es un hombre que está evolucionando hacia principios cristianos. Ya veremos en qué acaba porque es más fácil que un camello pase por ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los Cielos y es el único de los jefes de las grandes que ha apoyado al Partido Republicano.

Musk fabrica coches eléctricos sin caer en la religión climática y ha liberado -al menos en parte, pues continúa censurando, por ejemplo a Hispanidad- al  antiguo Twitter del pensamiento único progresista que le imprimiera el sectario Jack Dorsey.

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Pero volvamos al pacto entre Trump y las otras seis magníficas, las empresas más capitalizadas del mundo.

Pero si nos centramos en las otras seis, opuestas tradicionalmente a Trump, todo parece indicar que llevan buscando una alianza con Trump y que este ha caído en la trampa y ha pacta con las grandes tecnológicas. Al menos si reparamos en la delicadeza con que todas ellas le han tratado durante su campaña electoral más difícil y por los varios contactos que la prensa estadounidense relata entre el republicano y los CEOS de estas grandes compañías.

La lucha contra el monopolio no es una teoría económica sino la convicción de que el oligopolio supone la negación de la igualdad de oportunidades e implica que el pez grande se come al chico. Recuerden que lo pequeño es hermoso y lo grande resulta ingobernable

Todas ellas, por cierto, multinacionales, muy progres, partidarias del aborto y del homomonio, las dos patas de su ideario. Y este es el problema, que como tienen dos patas se caen de continuo... hablo de su ideario, no de su capitalización bursátil. No cederán en aborto ni en homomonio -no caerá esa breva- pero tampoco insultarán al republicano si la Casa Blanca mantiene su cuasi monopolio.

La lucha contra el monopolio y el oligopolio no es una teoría económica más o menos interesante, sino la convicción de que cualquier actitud monopolística o oligopolística supone la negación de la igualdad de oportunidades. Supone, en román paladino, que el pez grande se come al chico. Esta igualdad de oportunidades constituye el elemento sustancial del sueño americano.

Además, recuerden que lo pequeño es hermoso y lo grande resulta ingobernable.

Entre las siete magníficas (Google, Facebook, Tesla, Microsoft, Nvidia, Apple y Amazón) la más peligrosa es Google, porque ejerce el monopolio de la información. Por eso debería ser la más perseguida por las autoridades de libre competencia.

Entre las siete magníficas (Google, Facebook, Tesla, Microsoft, Nvidia, Apple y Amazón) la más peligrosa es Google, porque ejerce el monopolio de la información. Por eso debería ser troceada como la ATT y la Standard Oil

Las menos oligopolísticas son aquellas que fabrican algo tangible, como es el caso de Apple. Más peligroso es Amazon, que se está cargando, no sólo al pequeño comercio, sino también al grande presencial. El más grave, insisto y resisto, es el ya mencionado Google, más QUE Facebook, porque ambos manejan ideas y el hombre es un ser racional... aunque a veces lo disimule. Y si es racional, también es ser informativo.

En cualquier caso, Trump comete un error. Ahora que ya es presidente y que no podrá repetir en el cargo en 2028, bien puede plantear un pulso a las siete magníficas. Norteamérica no será grande porque defienda a su empresa: será grande si defiende la igualdad de oportunidades y la libertad de expresión, garantía de la libertad de pensamiento.

O lo que es lo mismo: Google, Facebook y Amazon, al menos esas tres, deben ser troceadas como en su día lo fueron la ATT o la Standard Oil.