El hombre es el único animal que no sólo tropieza dos veces en la misma piedra sino que, encima, niega que la piedra exista.
La última junta general de Credit Suisse, antes de su absorción por su competidor, el también suizo UBS ha resultado un epitafio y una inutilidad innecesaria, aunque realizada por imperativo legal. A partir de ahora, ojo, y con ayudas públicas, Credit Suisse se convertirá en la Unión de Bancos Suizos (UBS).
Su presidente, Axel Lehmann ha pedido perdón a los accionistas y ha defendido la absorción por su competidor como la mejor manera de cerrar una crisis que se venía arrastrando desde hace un lustro.
Es hermoso que Lehmann pida disculpas pero resulta curioso que no haya ido al meollo de la cuestión. Según él, la puntilla llego por la subida de tipos de interés. No, Credit Suisse ha caído porque era un banco sobreendeudado y su aparatoso derumbe -la primera gran caída, creo que no la última- se debió a que no pudo responder a sus compromisos porque lo primero que tenía que hacer (los bancos también se apalancan) era reducir su propia deuda.
Tanto bancos, como empresas, como Estados, no así las familias, se han acostumbrado a vivir apalancados, y cuando uno debe mucho cualquier cambio le puede lleva la ruina. Por ejemplo, la subida del precio del dinero.
Y todo ello hace pensar que estamos ante la primera caída, que no la única, de esa crisis, que no es crisis bancaria sino de deuda, producto de una generación que ha vivido por encima de sus posibilidades y de una clase política que lleva cincuenta años manteniéndose en el poder gracias a una deuda creciente.
No hay que buscar nueva vías para pagar la deuda o para que el apalancamiento no te ahogue. Lo que hay que hacer es reducir la deuda, endeudarse menos. Sobre todo los gobiernos porque la deuda pública es el origen de todo el problema y de toda la crisis global de deuda, que ya está aquí.
Y todavía hay quien sigue pensando que estamos ante una crisis bancaria... ¡Cuánta ingenuidad!