La ‘verde’ Alemania insiste en el error de cerrar las nucleares, a pesar de que producen electricidad sin prácticamente emitir CO2, no como otras energías (incluso las renovables), y prefiere optar por el gas y el carbón, que son muy contaminantes. El vicecanciller, ministro de Asuntos Económicos y Acción por el Clima, y miembro del partido Alianza 90/Los Verdes, Robert Habeck, ha descartado la posibilidad de prolongar la vida útil de las últimas tres nucleares, la cual abrió el propio canciller, el socialdemócrata Olaf Scholz, hace unas semanas.
Habeck ha basado su ‘no’ a la nuclear en que dicha prórroga sólo supondría ahorrar como máximo un 2% del actual consumo de gas... y por eso cree que no merece la pena, como ha señalado en un debate con ciudadanos en la jornada de puertas abiertas del Gobierno alemán. Eso sí, si el invierno se pone feo y duro y una prueba de estrés demuestra que es necesario para garantizar la estabilidad y la oferta de la red eléctrica, podría mostrarse a favor de la extender la vida útil de una central nuclear en Baviera, pero sólo una.
El apagón nuclear alemán es un error, un inmenso error, por el que llevan apostando desde hace muchos años y que ahora resulta especialmente grave ante la crisis energética que ha surgido con la guerra en Ucrania. Fue el gobierno de coalición entre SPD y Los Verdes que lideraba Gerhard Schröder, el alemán prototipo de socialista europeísta ahora convertido en ‘apestado’ por ser amigo de Vladimir Putin, el que defendió el cierre de las centrales nucleares en el año 2000. Años después, en la campaña electoral a la cancillería en 2005, Angela Merkel, llegó a prometer alargar la vida de las centrales nucleares alemanas, pero todo el plan dio un giro 180 grados tras el accidente de la central de Fukushima (Japón) provocado tras un terremoto y un tsunami el 11 de marzo de 2011, optando por el apagón nuclear para finales de 2022. Y ahora, dada su elevada dependencia del gas ruso, el país afronta una grave crisis enegética y apuesta por el ahorro, al tiempo que usará más carbón. Y eso le gusta al verde Habeck... a pesar de que el carbón emite mucho CO2.
Paralelamente, a nuestra vicepresidenta ecológica, Teresa Ribera, tampoco le gusta la nuclear y no da la más mínima opción a replantear el cierre de los siete reactores españoles (previsto de forma progresiva para el periodo 2027-2035), ni tampoco a otros miembros del Gobierno como Pedro Sánchez o Diana Morant. Mal vamos, porque casi cuatro de cada cinco consumidores no hubieran tenido electricidad en España sin la nuclear y los ciclos combinados de gas, en las últimas semanas. Pero Ribera prefiere ponerse el traje demágogico y de instructora, porque prepara una campaña de 4 millones de euros para enseñar a los españoles transición energética y concienciarles de cambiar habitos de consumo de energía, según informa Ok Diario. Y todo esto al tiempo que impone la primera tanda de medidas de ahorro energético por real decreto ley, el cual se someterá a los votos de los diputados esta semana.