El clan Bolloré sonríe. Vivendi dejó atrás los nefastos resultados de 2022 (perdió 1.010 millones) para volver al beneficio en 2023. Ganó, concretamente, 405 millones. Todos los indicadores fueron positivos: la facturación subió un 9,5%, hasta los 10.510 millones, y su beneficio neto de explotación (Ebit) alcanzó los 847 millones, un 11,3% más que en el ejercicio anterior.
Prácticamente todas las divisiones tuvieron su momento de gloria, aunque si hay que destacar alguna esa es Canal+, que facturó 6.058 millones de euros, un 3,2% más. Le siguió Havas, con unos ingresos de 2.872 millones, un 3,9% más que el año anterior y el grupo editorial Lagardère, que facturó 670 millones. La compañía de videojuegos para pc y móviles, Gameloft, adquirida en 2016 tras una Opa hostil, fue la oveja negra del ejercicio, con unos ingresos de 311 millones, un 3% menos que en 2022.
Lo dicho, Yannick Bolloré, hijo de Vicent Bolloré, que relevó a su padre en 2018, puede estar satisfecho, aunque no tanto si mira hacia España, donde el grupo tiene el 12,8% de PRISA, empresa que aspiraba a controlar tras el 23J, pero que vio sus aspiraciones trucadas por la permanencia de Sánchez en La Moncloa.
Pero Vivendi no reduce su presencia en España a PRISA. También está en Havas y, desde 2022, en Tinkle, una de las compañías de comunicación más importantes del país. De esta manera, y como ya mencionamos en estas mismas pantallas, el grupo Bolloré, de raíz masónica, ya posee todo el triángulo: prensa (PRISA), publicidad (Havas) y comunicación (Tinkle).
Esto marcha.