Vodafone España facturó 965 millones de euros en su segundo trimestre fiscal (julio a septiembre), un 1,3% menos que hace un año y exactamente lo mismo que en el primer trimestre del presente ejercicio, cuando la caída, no obstante, fue mayor, del 2,3%, respecto al periodo anterior. Los ingresos por servicio alcanzaron los 861 millones, un 2,7% menos y ligeramente por debajo de los 871 millones registrados en el trimestre anterior.

Como se puede observar, la operadora continúa en su particular travesía del desierto. La facturación en su primer semestre fiscal (de abril a septiembre) se redujo un 1,8%, hasta los 1.929 millones, mientras que los ingresos por servicio cayeron un 2,8%, hasta los 1.731 millones. Sin duda, volvió a jugar un papel destacado la guerra de tarifas, principalmente en el segmento ‘ultra low cost’, donde Vodafone compite con la marca Lowi.

La caída de los ingresos semestrales desembocó en una significativa reducción del 11,5% del Ebitda, que no superó los 394 millones de euros. Según la compañía, a la caída propia del negocio hay que añadir los beneficios fiscales extraordinarios del año anterior. El margen Ebitda se redujo un 2,3%.

En cuanto al desempeño comercial durante el segundo trimestre, bien en móvil y mal en banda ancha y televisión. En contrato móvil ganó 78.000 clientes, hasta 13,9 millones, mientras en banda ancha fija perdió 20.000 clientes, hasta 2,8 millones, y en televisión redujo el número de clientes en 16.000, hasta cerrar el trimestre con 1,4 millones de clientes.

Donde Vodafone continúa liderando es en el internet de las cosas, con 6,1 millones de líneas activas. Por su parte, Lowi aumentó en 19.000 el número de clientes gracias, en parte, a la inclusión del 5G en las tarifas.

Todo esto un día después de que Zegona cerrara con éxito la ampliación de capital de 300 millones de euros destinados a la compra de Vodafone España, una operación valorada en 5.000 millones de euros, financiados en su mayor parte (4.200 millones) por Deutsche Bank, UniCredit e ING. Es decir, con deuda bancaria que luego hay que pagar.

En otras palabras, Zegona comprará apalancado, es decir, comprará para vender. Estamos, pues, ante otra operación financiera que no aporta nada al sector en España. De hecho, la irrupción de Zegona supondrá más recortes de empleo para que los chicos de Eamonn O’Hare, CEO del fondo, puedan cobrar una cuantiosa suma de dinero.