- Con decirles que en lo único que estaban de acuerdo era en la gran mentira de la "ideología de género".
- Soraya, Sánchez, Rivera e Iglesias: discursos adolescentes para un país donde reina el hastío.
- Soraya ejemplifica la tibieza del PP: manipula las cifras para manipular las ideas y para no mojarse.
- Sánchez es el viejo socialismo burocrático: los problemas se arreglan con consenso… y demostró que la ignorancia es muy atrevida.
- Albert Rivera es el neojacobinismo: la deificación de la nación. Buenas ideas, pero eso lleva al fascismo.
- Y el neocomunista Iglesias, en su línea neo-soviet: agresividad, demagogia y pedantería.
- Y lo poco aprovechable (salario mínimo o contrato único) de la noche se lo cargó la egolatría de la presentadora prota, Ana Pastor.
Eran cuatro políticos con argumentos y actitud adolescentes, buscando distinguirse del otro a cualquier precio, a sabiendas de que los cuatro se parecen muchísimo: son cuatro progres relativistas que han abjurado, no ya de sus raíces cristianas, sino de la verdad. En otras palabras, que ninguno de los cuatro cree que la verdad exista y, por tanto no son económicos con la mentira.
Estas son las cuatro grandes ofertas que se nos ofrecen a los españoles para el 20 de diciembre: PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos.
Con decirles que en lo único en que todos estuvieron de acuerdo fue en la gran mentira de la ideología de género.
Excitados como estaban tirándose los trastos a la cabeza, como pre-adolescentes que no se aguantan ni a sí mismos, cuando la mitad ególatra los dos presentadores (es decir, Ana Pastor) puso sobre la mesa la ideología de género, un manto de silencio cayó sobre el plató de Atresmedia: los cuatro políticos adoptaron rostro de funeral y comenzaron a exhalar frase tan marmóreas como ridículas. Soraya dijo que lo principal era que el novio de la adolescente (¿las adolescentes deben tener novio?) no le controlara el móvil. Esto es fundamental. La
número dos del Gobierno no se planea si una adolescente debe tener novio sino que la prepara para un matrimonio fracasado, donde el uno no se entrega a la una ni la una al uno. Porque, si realmente te entregas, ¿qué más dará que el otro o la otra te controle el móvil? Mi esposa controla mi móvil y mi tiempo con gran productividad y envidiable entusiasmo. Lógico, le pertenezco como ella me pertenece a mí. El feminismo sorayil no niega el machismo, lo que niega es el amor, que es compromiso y donación.
Sánchez nos remontó a la educación. Es un argumento tan esférico como idiota. Claro, de la educación depende todo: evitar la violencia de género, el desempleo, el cambio climático y la investigación biomédica. Remitir a la educación es como no decir nada.
Rivera e Iglesias pronunciaron dos pamemas similares y nadie se atrevió a poner en solfa las barbaridades del feminismo, que hoy en día superan (por ejemplo en materia de aborto e infanticidio) a las del machismo.
¿Quiñen ganó el debate? En mi opinión ninguno. Es más, me ratificó en mi idea de que, por el momento, votaré en blanco el 20-D.
Analicemos a los cuatro personajes:
Empecemos por
Soraya, pura tibieza, como corresponde al Partido Popular. Vamos, que nos lleva al bíblico consejo de estoy para "vomitarte de mi boca". Vendió sus logros durante la legislatura. Que sí, que el PP los ha tenido pero que han beneficiado más a las cuentas públicas que a las privadas.
Soraya ejemplifica la tibieza del PP: manipula las cifras para manipular las ideas y para no mojarse. Por ejemplo repite una y otra vez que el Gobierno Rajoy ha subido las pensiones. Hombre sí, Soraya, un 0,25% sobre el IPC. Como para brindar con cava y caviar.
Sánchez representa el viejo socialismo burocrático y bastante maleducado. Sus sonrisitas de hiena burlona ante las posiciones de sus adversarios fueron lo más adolescente de un debate de neopúberes. Y burocrático: los problemas se arreglan con consenso. Ejemplo: con una España envejecida no podremos pagar
las pensiones futuras pero Sánchez lo va a arreglar… ¡con consenso político! En suma, el secretario general del PSOE demostró que la ignorancia es muy atrevida y que, a Rucalcaba me remito: le falta un hervor.
Y tan mentiroso como Soraya. Ejemplo: la mejor propuesta del programa socialista es la subida del salario mínimo hasta los 1.000 euros. Claro, sólo que la cifra a ocho años vista. Oiga, en 2024 a lo mejor 1.000 euros son la mitad que ahora.
Albert Rivera es el
neojacobinismo: la deificación de la nación. Buenas ideas, pero eso lleva al fascismo. Sí, no se me asusten, he dicho fascismo. Es un calco de Rosa Díez. Rivera ha crecido gracias a la catalanofobia que Artur Mas y otros independentistas desgraciados han sembrado en España. Hoy, ya no es la élite de Madrid la que apostrofa de Barcelona. Ahora es Juan Español quien está hasta el gorro de unos señores que le insultan diciéndole que es un vago y un zaparrastroso y que no merece la pena convivir con él.
Ahora bien, Ciudadanos quiere gobernar en España y esa es otra cuestión. Es una derecha tan pagana como la del PP, alejadas de cualquier valor y derecho fundamental. Por ejemplo, del derecho a la vida, un tema, el del aborto que ha quedado fuera del debate electoral en A3 TV: curioso.
No tiene malas ideas don Albert pero son muy confusas. Ejemplo: un contrato único indefinido. Sí, pero si se atreve a completarlo con el concepto de despido libre -que es bueno, no malo- no sirve para mucho. Es un mero cambio nominal. Además, el despido libre debe completarse con la reducción de impuestos laborales (cuotas) y con la subida de los salarios bajos, sobre todo del que sí depende del Gobierno, el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y que indicia todos los demás.
Pero volvamos al peligro de fascismo. El fascismo de la deificación de la patria. Y la patria es algo muy importante, pero no puede sustituir a Dios. Ribera es la estrella emergente gracias, insisto, al bocazas de
Artur Mas y a los majaderos soberanistas catalanes. Ahora bien, la igualdad entre todos los españoles constituye un relevante principio pero no basta para componer un ideario. De hecho, la igualdad es el excipiente que, combinado con la libertad y la distribución de la riqueza, consiguen la justicia social.
Nos queda el neo-comunista Pablo iglesias. Pues eso, como buen exsoviet, Iglesias es agresivo, demagógico y bastante pedante. Cree que si pronuncia una frase con mucho énfasis necesariamente debe ser cierta, aunque resulte una barbaridad como la que pronunciara ayer. "
El problema de las pensiones no es un problema demográfico". No, si te parece, Pablemos, es un problema jurídico-taurino. O cuando aseguró, encima presumiendo de conocimientos jurídicos, que un referéndum de autodeterminación es legal. O cuando sorprendió al respetable con su sentencia o cuando aseguró que los andaluces habían votado por su independencia de España al votar su Estatuto de autonomía.
A Sánchez y a Iglesias hay que recordarles aquello de que la ignorancia es lo más atrevido que hay.
El espectáculo de ayer tuvo poco de bueno, y lo poco que tuvo se lo cargó la
prota del debate, que no fue ninguno de la banda de los cuatro sino Ana Pastor, la co-moderadora del debate, la locutora más maleducada de la tele española, la que nunca deja de hablar porque ella debe ser la novia en la boda, el niño en el bautizo y el muerto en el entierro. Debería aprender de Vicente Vallés,
quien no interrumpía a ninguno de los participantes y que, sin embargo, hacía las preguntas más comprometedoras, aquellas que se formulan sin oponerse al entrevistado, con la fuerza de la razón y d la oportunidad. Ejemplo: a Pablemos le pilló en fuera de juego con sus estupideces sobre el referéndum
independentista del estatuto de autonomía andaluz.
Así que ya lo saben. Si estos adolescentes son los posibles ganadores de las elecciones está claro que hay que votar en blanco. Que es tanto como decir: soy demócrata y participo en los procesos electorales, sólo que no me gusta nada de lo que ustedes me ofrecen. Ni los unos ni los otros.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com