Tras la manifestación de ayer en Madrid por el 8-M podemos colegir que toda España se encuentra asolada por el coronavirus y por el virus feminsita. Del primero se ha exagerado mucho su peligrosidad para el cuerpo, del segundo se está minusvalorando su peligro para las almas.
Las imágenes de las manifestaciones del domingo 8 en toda España, particularmente la de Madrid, así lo demuestran. El virus se ha inoculado en todas las mujeres insensatas y en todos los feministos, pues cada día hay más varones también infectados. Lo que recuerda el sabio refrán de que cada día que amanece el número de tontos crece.
Los sensatos y sensatas intentan distinguir entre feminismo moderado y feminismo radical. El primero es un ente de ficción, el segundo es una reiteración
El feminismo socio-podemita se rebeló ayer domingo, 8 de marzo, como lo que es: salvaje, patético y ridículo. Salvaje porque continúa considerando el aborto como su principal logro. Y ya no se trata de la despenalización del aborto sino de su elevación al rango de derecho. ¿Derecho a que una madre mate a sus propio hijo, inocente e indefenso, en sus propias entrañas? En efecto, a eso le estamos llamando derecho. No concibo una salvajada mayor, pero eso es el feminismo.
Así que la sociedad española oscila entre el coronavirus y el virus feminista, igualmente letal para las almas que aquel para el cuerpo. Con una ventaja respecto al primero: al parecer, el coronavirus tiene plazo de caducidad, mientras el virus carmocalviense y irenemontaraz… no lo tengo tan seguro.
En este panorama, sensatos y sensatas intentan distinguir entre feminismo y feminismo radical. El primero es un ente de ficción, el segundo es una reiteración.
La vicepresidenta Carmen Calvo, la señora del presidente, la señora del presidente y otra ministras encabezaron la manifestación transidas de felicidad y alegría, oh sí
Y así, además de la inefable ministra Irene montero ayer pudimos ver a la vicepresidenta Carmen Calvo, a la señora del presidente, Begoña Gómez, en calidad de ministra sin cartera, a la vicepresidenta Nadia Calviño (¿Seguro que podemos dejar la ortodoxia económica en manos de una feminista?), a la ministra onegera de Exteriores o a la respetabilísima titular de Educación Isabel Celaá, gritando como energúmena por sus derechos. Están muy necesitadas de ellos, pobrecitas.
Además, así repiten la técnica socialista de que el Gobierno encabece las manifestaciones que, por definición, se realizan contra el Gobierno.
Más. Siguiendo una arraigada tradición, los de Ciudadanos fueron expulsados de la mani mientras los peperos se escondían y Cuca Gamarra repetía lugares comunes.
Siguiendo una arraigada tradición, los de Ciudadanos fueron expulsados de la mani mientras los peperos se escondían y Cuca Gamarra repetía lugares comunes
También se rebeló el feminismo como patético, guiado por iconos como el derecho a llegar a casa sola y borracha. Un principio que se les olvidó a los redactores de la Carta de los Derechos del Hombre, que seguramente eran todos machistas. Este eslogan reivindicativo es obra de Irene Montero, que no tiene ningún problema en llegar casa sola y merluza dado que lleva escolta. En cuanto a lo de borracha, se trata de un dipsomanía libertaria, muy apropiada para la mujer independiente.
Y feminismo ridículo… como las leyes ahora en tramitación, sobre todo la de Irene Montero y el sólo es sí es sí, un acicate para la creatividad española, que ha dado lugar a sabrosísimas memes en las redes sociales.
Sí, el feminismo es salvaje, pero también patético y ridículo. Pero ojo, se trata de un virus contagiosísimo, que se extiende… entre ellas y ellos y que obliga, de forma sectaria, a que las mujeres, sobre todo ellas, se posicionen, no con miedo, como el Ciudadanos y el PP, sino de forma clara y contundente contra el feminismo… por salvaje, por patético y por ridículo.