- Aumenta el pesimismo entre los acreedores bancarios: el cálculo sobre quita esperada se eleva del 60% al 70%.
- La banca exige que los activos sean vendibles y, ojo, advierte que tampoco está solucionado lo urgente: las nóminas de enero.
- Abengoa se acerca al Consejo del día 25 sin haber aclarado su deuda real, de la que depende el plan de viabilidad.
- Y a eso se une el mosqueo con los bonistas, que exigen un interés de 25% y prelación de pago para una cantidad menor de la pactada. Tampoco hay acuerdo.
- Añadan otro dato: algunos bancos sitúan la liquidez urgente hasta marzo, no en 200 millones, sino en 450, más del doble.
El próximo día 25 es, teóricamente, un día clave para
Abengoa. Se reúne el Consejo de Administración para analizar la situación de la empresa hasta que se agote el plazo del preconcurso de acreedores (27 de marzo).
Pero se trata en realidad de una cita inquietante en sí misma porque no está aclarado ni lo más importante, el
plan de viabilidad, ni lo más urgente: el pago de las
nóminas de enero (ni de febrero, ni de marzo…). La reunión del miércoles por la tarde entre las partes fue un episodio más en ese desencuentro.
Y es que tanto una cosa como la otra dependen de supuestos que todavía no se han aclarado: la deuda real del grupo andaluz y la liquidez necesaria para afrontar las nóminas y los gastos necesarios para que
Abengoa siga funcionando.
Esto último, obviamente, es lo más urgente, para que no se repita el compás de espera de diciembre. Pero no está definido todavía quién va a poner ese dinero (lo que aportan los bonistas no es suficiente) y varían, por cierto, las previsiones entre los bancos sobre esas necesidades hasta marzo. Unos dicen que la liquidez urgente de estos tres meses es de 200 millones y otros elevan esa cifra hasta los 450 millones, más del doble.
Entenderán así el cabreo mayúsculo de los
bancos acreedores en este singular proceso para evitar una de las más sonoras quiebras, pero con los pies de barro en lo esencial: conocimiento de la deuda y remedio a la liquidez.
Sobre lo primero, la deuda, el mosqueo es con el equipo del presidente de Abengoa,
Domínguez Abascal, que no ha sido lo que se dice dócil para dar la información que requiere la consultora
KPMG. Y sobre lo segundo, la liquidez, la irritación se extiende a los
bonistas, que están dispuestos a aportar sólo 165 millones -menos de los
200 millones pactados- pero, agárrense, a un interés del 25% (un 15% de rentabilidad más una prima final del 10%). Obviamente, no hay acuerdo tampoco.
Vayamos con lo primero. Domínguez Abascal intentó calmar los airados ánimos de los bancos asegurando que Abengoa tiene catalogados activos en venta por 2.000 millones de euros.
Es uno de los puntos del indefinido (todavía) plan de viabilidad, en el que se dibuja el futuro de una
Abengoa jibarizada, como informamos en diciembre, volcada en la ingeniería y la construcción, con menos activos y menor presencia, en España e internacional.
Ahora bien, y en esto entenderán la irritación de los bancos, todo ese plan de viabilidad descansa sobre un supuesto de deuda del grupo que no está suficientemente aclarado. El argumento es muy sencillo: ¿cómo voy a confiar en ese ese plan de viabilidad -se preguntan los bancos- si no me has dicho la verdad sobre cuánto debes, cómo lo debes y a quién se lo debes?
Pero es eso lo que está ocurriendo, en forma de los
dimes y diretes en los que se escuda
Abengoa para no proporcionar los datos a la consultora KPMG, la encargada por los bancos para solucionar el entuerto.
En plata,
Abascal gana tiempo mientras aclara poco y retrasa el proceso para un acuerdo negociado. La banca pide los datos a KPMG para que valore el plan de viabilidad -activos en venta para reducir la deuda en la proporción equis-, pero la respuesta que recibe de la consultora es que Abengoa no los facilita.
Y a partir de ahí, comprenderán las dificultades para cualquier avance, tanto en lo importante, como en lo urgente, el pago de las próximas nóminas.
En el fondo, la banca está reviviendo la pesadilla que sufrió en
Pescanova antes de que entrara en concurso de acreedores, y eso que en el caso de la empresa gallega la deuda era mucho menor y se conocía (3.000 millones).
Domínguez Abascal está mareando la perdiz como hizo el presidente de Pescanova,
Manuel Fernández Sousa. Y dejó de torearles, una vez en concurso, cuando el equipo gestor quedó fuera y tomó las riendas de la negociación
Senén Touza en su papel de administrador concursal a propuesta de
Deloitte.
Abengoa no ha llegado a esa situación, que los bancos no desean -el proceso de concurso es caro y largo-, aunque todo hay que decirlo: algunos de esos bancos lo consideran inevitable.
Vale para el caso el dicho de que
el pesimista es un optimista bien informado. Pero tiene todo su fundamento en dos secuencias que ya les hemos explicado:
la banca no se fiaban de los Benjumea y por eso rompió con ellos, y tampoco del equipo de Abascal, sobre todo después de
atrincherarse en Atlantica Yield.
Ese pesimismo ha llevado a algunos de los bancos a considerar que la liquidez necesaria para que Abengoa continúe funcionando se eleva a 450 millones. Y a algo más: a estimar que la quita de la deuda no será del 60%, como habían asumido en diciembre, sino que podría aumentar hasta el 70%.
Otro mordisco. El cálculo del 60% se hizo antes de entrar en el angosto y complejo entramado societario de Abengoa. Todo ha ido a peor en ese sentido.
Y queda hablar, por último, de la
usura de los bonistas, entre los que figuran importantes fondos y gestoras como
BlackRock, como informábamos este miércoles. No sólo exigen un interés del 25% por el dinero que aporten, que es menos de los 200 previsto, sino que encima exigen prelación en el pago. Es decir, quieren saltarse las condiciones habituales para el cobro de la deuda. Los bonistas, recuerden, son los últimos en cobrar antes que los accionistas y tienen por delante a la Seguridad Social, los trabajadores o proveedores. Como les decíamos, con los bonistas tampoco hay acuerdo. Además de BlackRock, están otro como
Eton Park,
Invesco,
Elliott International,
Centerbridge,
Värde Partners o
Eton Park.
Rafael Esparza
rafael@hispanidad.com