- No está en riesgo la viabilidad de la ingeniería sino la falta de caja para afrontar nuevos pagos.
- La empresa no contaba con un sentencia adversa por las impugnaciones de los bonistas.
- Gonzalo Urquijo sopesa opciones para resolver el entuerto y dejar atrás el "patrimonio negativo" del que avisa Deloitte.
- Ojo, los recursos propios negativos son a nivel consolidado, no de Abengoa SA, lo que importa a efectos de una ampliación.
- La estrategia se mantiene (desinversiones e inversión sin riego ni deuda) pero se aceleran los tiempos.
- Impensable vender antes de lo previsto el otro gran activo, la planta mexicana AT3; sería una ruina.
Lo que está en juego en
Abengoa no es su viabilidad, sino la superación de otro obstáculo, inesperado, tras la
sentencia del juez de lo Mercantil número 2 de Sevilla,
Pedro Mázquez. Hablamos de un problema -una anécdota en un largo recorrido-, medido en nuevas obligaciones financieras, para el que la ingeniería -eso es, básicamente, a la luz de los
resultados semestrales- tiene una solución: acelerar la venta de
Atlantica Yield, operación que se ha retrasado más de lo previsto y de la que depende un ingreso de 900 millones.
Obviamente, Abengoa no esperaba ese fallo, que le pone por delante un pago a los bonistas que impugnaron el
plan de viabilidad -de 100 millones de euros- con el que no contaba, pero ese fallo, en paralelo, no fractura el proceso iniciado hace un año con la
homologación judicial pare evitar el concurso de acreedores sobre un plan de reestructuración con un apoyo del 95%.
Gonzalo Urquijo (
en la imagen) ha marcado una
estrategia -nada de deuda con un negocio menguado, pero realista- con unos
tiempos para hacer viable y rentable la empresa, pero esos tiempos se agitan por la falta de liquidez.
En eso se resume el suspense que añade el
informe intermedio de
Deloitte sobre los estados financieros de Abengoa a 30 de junio. Ojo, ese suspense ha provocado que quedara en nada la subida inicial del 12% en
bolsa. Es deber del auditor advertirlo sobre las cuentas que tenía previsto presentar Abengoa el 26 de este mes, pero la sentencia se cruzó en su camino y tuvo que retrasar.
Deloitte tiene en cuenta ese impacto y "llama la atención" sobre la situación de patrimonio neto negativo -a nivel consolidado, no de Abengoa SA, que es lo que importa a efectos de la necesidad de ampliar capital-, lo que implica, a su vez, "una
incertidumbre significativa" hacia futuro. Obviamente, la situación actual no tiene nada que ver con la de finales de 2016, cuando los recursos propios eran negativos en 6.780 millones, quedaron después en 711 millones en el primer trimestre (cuando redujo un 50% el pasivo corriente, de 16.115 a 8.376 millones), y evolucionan a mejor.
La empresa lo reconoce también, aunque no en esos términos, al señalar que la sentencia de Pedro Mázquez "no permite determinar el valor al que considerar la deuda". Espera aclaraciones. Esa deuda asciende en su conjunto a 216 millones, si se suman a los 100 millones antes citados otros 116 millones por los avales que podrían ejecutar aseguradoras como
Portland General Electric o
Zúrich.
La solución pasa por tanto por acelerar la venta de Atlantica Yield, que se retrasado por la falta de acuerdo con los
fondos de inversión interesados. Estaba prevista para después del verano. Abengoa ha seguido adelante, con todo, con su plan de desinversiones, que
avanza despacio pero seguro, aunque la situación no ha cambiado, en esencia, respecto a las cuentas de los
tres primeros meses del ejercicio.
La otra gran desinversión pendiente es la
planta de cogeneración en México (AT3 o Tercer Tren), pero no será hasta mediados de 2018 cuando se pueda concretar. Es lo que tiene que esperar para terminarla, en primer término, y venderla después. De lo contrario, la depreciación del activo sería lamentable.
Con las cuentas hasta junio, las
ventas ascienden a 691 millones, sobre todo en ingeniería y construcción, pero menores por el efecto ralentización derivado de la limitación de recursos. La evolución del
negocio nuevo es a mejor, pero en el balance se recoge también el
negocio viejo.
Esa cifra de negocio hubiera dado lugar a un
beneficio 117 millones brutos en condiciones normales (es decir, excluyendo los gastos relativos al proceso de
reestructuración financiera acabado en marzo), pero manda la realidad.
Con la reestructuración, el
endeudamiento ha pasado de 12.258 a 5.578 millones de euros, y de esa cifra 2.065 millones corresponden a deuda de sociedades en venta.
Rafael Esparza