- La planta de cogeneración es la segunda joya para culminar el plan de reestructuración.
- Algonquin entra en juego para reducir el riesgo financiero, la paz con los acreedores y no tener que malvender.
- Seguirá a la venta completa de Atlantica Yield, con ingresos mayores de los previstos.
- La prima lograda con venta del 25% explica el subidón de Abengoa en bolsa, pero queda, ojo, un 16,5%.
- La joint venture con la canadiense (AAGES) abunda en la estrategia de Urquijo, volcada en el negocio de ingeniería.
- El reparto es a partes iguales, pero el Ceo depende de Abengoa y el director financiero del Algonquin.
El presidente de Abengoa,
Gonzalo Urquijo (en la imagen), ha confirmado con la venta del 25% en
Atlantica Yield a la canadiense
Algonquin Power & Utilities (APUC) un doble propósito: responder a los acreedores sin malvender su
joya de la corona, como
decíamos ayer, miércoles, al avanzar en exclusiva la operación, que completaba el
sentido de las prisas de Abengoa, de las que informamos el martes.
El objetivo, no obstante, es de mayor calado, ya que afecta de lleno al otro gran activo en la mente de Urquijo: la
planta de cogeneración mexicana, también conocida como
Tercer Tren o
A3T. Y de ese proyecto depende la segunda gran desinversión de la ingeniería para culminar, en este caso también, otro doble propósito de Urquijo: la paz con los acreedores sin tener que malvender.
La operación tiene un buen trecho por delante, si tenemos que en cuenta que ese activo no está terminado ni tiene la misma urgencia
for sale que Atlantica Yield. Urquijo tienen previsto vender en 2018 (más hacia el final que en el primer tramo del año).
Lo contrario sería un error de manual, por la devaluación que implicaría.
Dicho lo cual, se entiende más el sentido de acuerdo entre Abengoa y Algonquin para crear una
joint venture o
sociedad conjunta, AAGES, para desarrollar una cartera de proyectos de infraestructuras en el negocio estratégico para Urquijo, ingeniería y construcción (EPC) y operación y mantenimiento (O&M). Y al mismo tiempo, sin descolgarse de Atlantica Yield, porque de lo que se trata es de
maximizar los ingresos por la venta pendiente.
El objetivo, de hecho, es que la canadiense aporte financiación y Abengoa,
know-how, uno de los activos, también estratégicos, con los que cuenta Urquijo: sus
ingenieros. Como señala la propia
Abengoa, en el
comunicado a la CNMV, este jueves, Algonquin, no sólo contribuirá al crecimiento futuro de Abengoa, sino que se hace con la
opción para otros activos -con la fórmula
right of first offer- como la planta de cogeneración mexicana o el acueducto para suministrar agua a San Antonio (Texas), conocido como
San Antonio Water.
En esa nueva sociedad va a pachas, en capital, derecho de votos reparto del consejo y el nombramiento de los cargos, si bien el consejero delegado lo propondrá
Abengoa y el director financiero, Algonquin.
Ese acuerdo supone, en paralelo,
contribuye a reducir el riesgo financiero, gracias a los ingresos por la venta del 25% de Abengoa en Atlantica Yield (por 607 millones de dólares o 520 millones de euros), al que seguirá la venta del 16,5% restante en las mismas condiciones,
en el próximo mes de enero. Merece la pena volver al leer, en ese sentido, el
hecho relevante del miércoles.
Por cierto, el precio pactado de 24,25 dólares por acción de Atlantica Yield supone una prima del 8% respecto a la cotización del miércoles,
con lo cual se cerraría la compra por 1.000 millones de dólares, más que los 880 millones esperados, con lo que mata, a su vez, dos pájaros de un tiro:
amortizar deuda en el tramo del dinero nuevo que recibió para la refinanciación (1.500 millones de euros) -lo hace con una plusvalía de 96 millones de euros- y consolidar el
proceso de reestructuración.
No es de extrañar, en consecuencia, que el valor suba en bolsa. El acuerdo ya tiene el visto bueno del
Departamento americano de Energía, aunque está pendiente de la aprobación del regulador de Energía y los acreedores.
Rafael Esparza