El banco holandés ABN Amro ha reducido su beneficio un 20,8% en el primer semestre, a 1.219 millones, por las mismas razones que otros bancos europeos: el negocio menguante en las áreas de intermediación, con una caída de ingresos del 55% y de banca corporativa y de inversión, lo que le lleva a un nuevo ajuste de empleo en ese negocio para mejorar su rentabilidad. Esta vez, de 250 trabajadores, que se suman a los casi 700 en el último año, con un coste de 80 millones.
A la bolsa, sin embargo, le han gustado los resultados, que superan las expectivas, y la cotización mejora casi un 4%. ABN, hay que recordarlo, fue rescatado en 2008, en plena crisis, y el Estado mantiene todavía una participación del 63%: ha recuperado 6.500 de los 21.660 millones que puso, tras la última venta del 7%, en junio de 2017. Es más, el consejero delegado, Kees van Dijkhuizen (en la imagen), tuvo que retrasar su salida a bolsa.
Las cuentas de ABN encajan mal el negocio menguante en intermediación y en banca corporativa y de inversión
Por partidas, el revés es más acusado en el segundo trimestre, en el que el beneficio cayó un 32%. Así las cosas, desde enero, la cifra de negocio cae un 2,5% (a 4.617 millones). La cara amable del resultado, sin embargo, está en el negocio típico, que mejora un 4,1% (3.327 millones de euros), a pesar del recorte del 3,6% de comisiones 3,6% (856 millones), pero ha tenido que revisar el área banca corporativa y de inversión.
También tiene previsto reducir en 5.000 millones los activos ponderados por riesgo a finales de 2020, a unos 34.000 millones. Eso sí, mejora su un ratio de solvencia (CET 1) del 17,5% al 18,3%, el mejor de la banca europea y la rentabilidad (ROE) mejora del 11,5 al 13%.