- A la venta de activos en Canadá, sigue ahora la venta de varias estaciones del Metro de Barcelona.
- El objetivo es el mismo: plusvalías (en este caso de 70 millones) para reducir la elevada deuda.
- La operación coincide con las dudas sobre sus cuentas que ha lanzado el gestor de un fondo de riesgo.
- Y triunfa en las renovables, pero fuera de España (sin subvenciones): Saeta Yield cierra un acuerdo de financiación de 185 millones.
El grupo
ACS, que preside
Florentino Pérez (
en la imagen) es protagonista por partida doble este miércoles por sus comunicados a la
CNMV, que dan una imagen de a dónde va por su gran problema, el
apalancamiento, cuando todavía flota en el ambiente la acusación, lanzada por el gestor de fondos de riesgo
Per Johansson, de que
había "exagerado" sus ganancias.
ACS ha sido, de hecho una de las constructoras que más ha reducido su deuda hasta el tercer trimestre, por necesidad. En concreto un 33,9%, pero
está todavía en 3.880 millones. Pero esa cifra no incluye en el balance la deuda de renovables y de otras operaciones, por lo que la deuda es bastante más elevada.
Por eso necesita vender. El primer
hecho relevante a la CNMV de este miércoles va en ese sentido: se desprende de una serie de activos del
Metro de Barcelona con los que obtendrá una plusvalías de 70 millones de euros.
La operación la ha firmado su filial
Iridium, que ha vendido por 110 millones de euros el 80% de la sociedad Servicios, Transportes y Equipamientos Públicos Dos, propietaria de la mitad de dos tramos de la línea 9 del Metro de Barcelona. El comprador ha sido el fondo de infraestructuras
John Laing, uno de los mayores de Europa.
La razón es reducir la deuda, la misma que le llevó a vender en noviembre otro ejemplo, el 75% de la concesión de una autopista canadiense (Nouvelle Autoroute 30). La plusvalía de esa operación fue de 16,5 millones.
Recuerda de algún modo, en fin, a la célebre frase de
Claudio Boada cuando llegó a la presidencia del Banco Hispano Americano -hablamos de los años 80- de que "estaba dispuesto a vender hasta la corbata".
Y todo esto coindice prácticamente en el tiempo, como señalaba, con el zarpazo lanzado por Per Johansson -confundador del recientemente creado Bodenhold Capital-, que llegó a decir que la constructora presentaba "irregularidades contables" o "pasivos ocultos" por los que la cotización de ACS podría caer un 40%.
ACS lo negó y
ha salvado la recomendación de los analistas, pero el valor ha sufrido desde entonces un serio correctivo en bolsa que ha reducido en unos 1.600 millones su capitalización bursátil. La acción, a casi 31 euros a principios de diciembre, no llega ahora a 27. Este miércoles sube, por cierto, en torno al 3%.
En lo que ACS no tiene problemas es en el frente de las energías
renovables. O sea, su filial
Saeta Yield, objeto de otro
hecho relevante a la CNMV: el cierre de un contrato de financiación de 185 millones con Serrezuela Solar II, filial de Saeta y propietaria de la planta termosolar de Casablanca. Esos fondos, según la propia compañía, se dedicarán "a la adquisición de activos en línea con la estrategia de crecimiento de la compañía".
La financiación tiene dos tramos de los que podrá disponer hasta 2016 y el vencimiento es en 2031. Uno es de 135 millones y está suscrito con cuatro bancos; el otro, de 50 millones, con el Banco Europeo de Inversiones (
BEI).
Léanlo de otro modo: las energías renovables funcionan y están siendo un buen negocio para las empresas españolas, pero fuera de España, cuando avanzan pero sin subvenciones públicas, justo de las que han querido vivir en nuestro país. Primero el ministro
Miguel Sebastián y después el ministro
José Manuel Soria corrigieron esos excesos.
Rafael Esparza
rafael@hispanidad.com