- El alemán Tom Enders, que seguirá como Ceo hasta 2019, impone a Amparo Moraleda como consejera independiente.
- La SEPI (4,1%) y hasta tres ministros españoles habían pedido al grupo que fuera nombrada Belén Romana.
- No es un hecho aislado. También Holanda tapona el nombramiento de Guindos como presidente del Eurogrupo.
- Y Arias Cañete demuestra la poquedad de cargo de comisario de Energía y Cambio Climático para que el gas llegue a Europa desde España.
- Y seguimos sin representante en el comité ejecutivo del BCE desde la salida de González Páramo en marzo del 2012.
Sorprendente que una española, Amparo Moraleda, haya sustitido a otro español, Josep Piqué, en el Consejo de Aministración de Airbus, con la oposición de España, que está en el capital del grupo aeroespacial europeo, a través de la SEPI, aunque con una participación inferior (4,1%) a las que tienen Alemania y Francia (11% cada uno), a través de GZBV y la gala Sogepa. Es un gesto poco amable, cuando no hostil. La otra novedad es que Airbus ha propuesto también al consejero delegado, el alemán Tom Enders (en la imagen), que siga en el cargo al menos hasta 2019. Todo ha ocurrido en la junta de accionistas celebra ayer, miércoles, 27, en Ámsterdan. Es lo más parecido a una conjura o a una revuelta, ya me entienden. El Gobierno español quería en ese puesto a Belén Romana, ex presidenta del banco malo o Sareb, pero Airbus se impuso para colocar a Moraleda por su cualificación con ex ejecutiva de IBM. No obstante, el apoyo a Moraleda no fue precisamente un éxito. Logró el respaldo de 60% de las acciones representadas. No estamos hablando, por tanto, de un nombramiento sin polémica, que pone en el bando de enfrente a los principales accionistas. Pero ese divorcio le da igual a Enders. El fenómeno tiene dos lecturas. Por un lado, que España puede estar cargada de muy buenas intenciones en sus aspiraciones en Europa, pero cada vez pinta menos. Lo de ayer es, en esa medida, un suceso más, pero no alislado, si a eso añadimos la escasa presencia en instituciones comunitarias como la Comisión Europea, el Eurogrupo o el BCE. En Bruselas está el comisario Arias Cañete, que se tuvo que conformar (España se tuvo que conformar, mejor) como una cartera secundaria, como la de Energía y Cambio Climático, de la que depende -menos mal- el desarrollo de las futuras interconexiones para gas y electricidad, a las que tantas pega pone Francia. ¿Avances? Pocos. En el Eurogrupo, Holanda está taponando la aspiración española de que lo presida el ministro de Economía, Luis de Guindos, que gozó el año pasado de apoyo de hasta la todopoderosa Alemania de Merkel. El presidente actual, Jeroen Dijsselbloem, no se cansa de repetir que le gustaría seguir cuando concluya su mandato, a mediados de julio. Y en el BCE, ya saben, España no tiene representante en el comité ejecutivo de la entidad desde la salida de José Manuel González Páramo en marzo del 2012. Volvemos a la junta de Airbus. Fue el propio presidente, Denis Ranque, quien defendió el nombramiento de Moraleda por aquello de que el grupo quiere contar con la experiencia de sectores vinculados a la alta tecnología. Ahora bien, no sólo España, sino también Francia y Alemania se opusieron a que Moraleda sea consejera. De ahí el exiguo apoyo. Hasta tres ministros españoles escribieron a Airbus para proponer a Belén Romana. La decisión última la tiene el Consejo de Airbus desde los acuerdos firmados por Gobierno de Rajoy en 2012, que dan derecho a tener un puesto en el Consejo aunque no a nombrarlo. Pero qué menos que no ningunear la petición de un accionista con algo más del 4%, sobre todo cuando está precedido del acuerdo con los otros accionistas, Alemania y Francia. No parece muy comprensible la situación. Otra otra lectura es la ambición del grupo de desvincular la gestión empresarial de los intereses políticos de los Estados, que suman el 25,9% del capital frente al 74% que se reparten los inversores institucionales. Pero ojo, sin esos Estados ni sus pedidos, el futuro de Airbus no estáría sólo comprometido, sino lo siguiente. Pero para el grupo, paralelamente, aceptar la propuesta española de Romana hubiera sido un gesto de debilidad. Y en ese horizonte están también los recortes, que llegarán aunque a Airbus no le gusten, en los gastos en defensa en Alemania y Francia. El nombramiento de Moraleda, en cualquier caso, puede tensar más las relaciones entre Airbus y el Gobierno español, debido al cuestionado proyecto del avión militar A400M que se desarrolla en Sevilla. Las entregas están paralizadas hasta esclarecer las causas del reciente reciente accidente mortal en la ciudad andaluza. Rafael Esparza