La nueva presidenta de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), Annegret Kramp-Karrenbauer, invitó a un centenar de líderes del bloque conservador (CDU y CSU, el partido bávaro hermanado) y a expertos, a un encuentro para debatir sobre “migración, seguridad e integración”, como prometió tras ser elegida para dirigir la formación el pasado diciembre, informa El País.
La llegada a Alemania de más de un millón de demandantes de asilo desde 2015 provocó una considerable emergencia humanitaria y dio pie a una crisis política que aún reverbera. En la CDU, la llamada política de puertas abiertas de Merkel, generó fuertes resistencias por parte de los que defienden una política de mano más dura. Muchos conservadores alemanes creen que la política de Merkel de refugiados es la responsable de la emergencia de la extrema derecha antiinmigración Alternativa por Alemania, convertida en primera fuerza de la oposición en el Parlamento.
“Somos la fuerza más fuerte de centro en Europa. Lo que hagamos nosotros es muy importante”, sostuvo con la vista puesta en una Unión Europea
“Hemos aprendido la lección. Lo que pasó en 2015 fue absolutamente excepcional. No se va a repetir”, dijo Kramp-Karrenbauer, también conocida como AKK, durante el cierre de las sesiones catárticas del partido. “Somos la fuerza más fuerte de centro en Europa. Lo que hagamos nosotros es muy importante”, sostuvo con la vista puesta en una Unión Europea, en la que la cuestión migratoria sigue siendo un factor de división política. La presidenta recordó que el derecho individual de asilo no estaba en cuestión, pero también advirtió de que enviarán una clara señal a quien abuse de él. Habló también de la idea de implementar un sistema de alerta temprana de movimientos y crisis migratorias.
El ala más crítica con la política migratoria de la canciller fue derrotada en el último momento en la carrera por la sucesión de Merkel al frente del partido. Ahora, Kramp-Karrenbauer, consciente de la necesidad de unir a un partido en horas bajas, ha querido que las preocupaciones y diferencias entre unos y otros se pongan sobre la mesa. Un ejercicio de “confrontación constructiva”, lo ha llamado la presidenta.