Wells Fargo, el segundo banco norteamericano, pasa por taquilla de nuevo y tendrá que pagar una multa de 65 millones de dólares (en euros, más de 56,7 millones) por engañar a clientes e inversores en la venta fraudulenta de productos y servicios con la promesa de aumentar los ingresos, por un lado, al tiempo, por otro, que presionaba a los empleados para que los comercializaran. En caso contrario, el incumplimiento de los objetivos podría llevar incluso al despido.
La multa, esta vez -impuesta por la fiscal general de Nueva York, Barbara Underwood-, no es muy elevada, pero remite al mismo caso por el que el banco tuvo que pagar 185 millones, en 2016, por las presiones con su política de retribuciones, lo que llevó a su empleados a abrir más dos millones de cuentas falsas sin el conocimiento de los clientes.
En abril, pagó una multa de 1.000 millones por forzar a los clientes a comprar seguros y productos que no necesitaban
Las malas prácticas, por tanto, se repiten, con un engaño en todos los niveles de su administración interna, según la fiscal, aunque se acota a la división Community Bank de Wells Fargo, con el mismo efecto: la apertura, esta vez, de millones de cuentas de tarjetas de crédito y depósitos falsos.
Ese tipo de fraude es generalizado en la entidad desde hace años, con puntos de lanza como el de 2016 o el denunciado ahora, que ha provocado pérdidas de millones de dólares a clientes de Nueva York. El banco, mientras, sigue investigado por el caso anterior, que le llevó a despedir a 3.500 empleados.
Se conoce, además, el mismo año en el que Wall Fargo ha sido obligado a pagar otra multa de 1.000 millones por estafar a miles de clientes, la mayoría hispanos, a los que forzaba a comprar instrumentos financieros que no necesitaban -como seguros de automóvil-, pero que condujeron a que perdieran bienes al no poder pagar los créditos, a través de irregularidades y abusos en los préstamos hipotecarios.