Toma de posesión del almirante de la Armada, Teodoro López Calderón, nueva jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD):
“Termino pidiendo a mi patrona, la Virgen del Carmen, que me ayude”. El nuevo Jemad, es decir, la primera autoridad militar española, almirante Teodoro López Calderón, terminó su discurso de toma de posesión, el pasado jueves 28, implorando el socorro de la Virgen del Carmen, patrona de la Marina. Con un par.
Ese gesto de confesarse devoto de María ante el Gobierno, representado por la ministra de Defensa, Margarita Robles, y la cúpula militar, sus compañeros de armas, exige más valentía que un combate naval.
Sobre todo en España, porque pocos cuestionan la valentía física del español pero en cuanto a la valentía cívica, mejor no tocarlo. Al español le cuesta mucho decir lo que piensa y se intimida fácilmente ante un publico o ante un micrófono, que es cuando se vuelve políticamente correcto.
España se levantará de su postración cuando la gente se atreva a citar a Cristo en voz alta. O simplemente, cuando se atreva a decir lo que piensa ante un micrófono
Pero el asunto no acabó ahí. La ministra de Defensa pidió un minuto de silencio -no, no una oración, ciertamente- por los caídos en Covid y, atención, se encargó de informarnos de la muerte del obispo general castrense, Juan del Río, muerto por coronavirus. Un capellán, dijo la ministra socialista de Defensa, “a quien todos queríamos”.
Hombre, no todo marcha mal en este país. Un Jemad que se atreve a implorar el socorro de la Virgen del Carmen (patrona de la Marina) en público y en las cámaras de TV y una ministra de Defensa no sectaria -le debe quedar poco tiempo en ese Gobierno de sectarios- que habla de nuestro capellán. Comparen esto con lo de Pedro Sánchez, su jefe de filas, el mismo que definiera la Navidad como “la fiesta de los afectos”. ¡Será hortera el maromo!
España se levantará de su postración cuando la gente se atreva a citar a Cristo en voz alta. O simplemente, cuando se atreva a decir lo que piensa ante un micrófono.