- A la bolsa no le gustan los resultados del BBVA y penaliza el valor con una caída del 3,52%, frente a la peérdida del 1,67% de Ibex.
- Las plusvalías por la venta del 4,9% del banco chino suponen un tercio del beneficio de 1.536 millones de euros.
- El margen de intereses mejora un 8% y el margen bruto, un 11,5%: 5.632 millones, nada más y nada menos.
- En el negocio patrio parece que las cosas no van mal, en términos de crédito a las pymes ( 40%), consumo ( 31%) e hipotecas (19%).
- La menor morosidad (5,6%) deriva en una rentabilidad del 9%, frente al 5,6% anterior, con una cobertura del 65%.
Ya hemos comentado últimamente el hecho de que las
entidades de crédito, además de gurús de la actividad económica y valedores o no de las
políticas monetarias de los partidos y de sus descabelladas propuestas, son un posible
reflejo de la situación económica, de sus perspectivas y de la salud financiera. Por ello nos suele llenar de orgullo y satisfacción la lectura y el análisis de sus resultados trimestrales en forma de vaticinio de la
evolución económica, no sólo local sino también internacional, dado el carácter transnacional de su actividad. Además, parece parte de una competición europea afirmar qué bancos son
too big to fail o si han alcanzado el nivel de
solvencia exigido por los reguladores o un elevado beneficio.
Hoy toca el análisis de las cuentas trimestrales de
BBVA, el cual, enfrascado en su
Liga BBVA, mantiene su posición en la misma en una situación envidiable, al menos aparentemente. Contablemente podemos afirmar que la entidad se está forrando, por encima incluso de las
previsiones más optimistas, aspecto éste que parece no impresionar a sus
accionistas: la cotización caía tras la
presentación de resultados. BBVA ha cerrado el primer trimestre con un
beneficio de 1.536 millones de euros, un nada desdeñable incremento del 146% respecto del año pasado, eso sí, con algo de truco. Las
plusvalías por la venta de la participación del 4,9% de banco chino
Citic le han reportado un jugoso ingreso justificando la variación producida. Si no consideramos tales plusvalías el resultado sólo se ha incrementado en el 52% aproximadamente, hasta los 953 millones. Todo ello se ha producido gracias a un aumento de los
ingresos y a un control adecuado de
costes. Los
gastos de explotación crecen un 6,2%, por debajo del margen bruto.
En ese sentido, vemos que el
margen de intereses ha crecido un 8% en el total de áreas de negocio del banco, con un aumento del
margen bruto del 11,5% -5.632 millones nada más y nada menos- y en concreto un aumento del 17% interanual entre enero y marzo. Por la parte de las
comisiones un aumento del 8% favorece el crecimiento orgánico del negocio, y ello pese a las quejas de que la
regulación les impide recaudar ilimitadamente en determinados servicios.
Estos datos conducen a una
ratio de eficiencia del 49,8%, con una variación positiva desde el 51,7% del año anterior, una mejora interesante. En el área de
morosidad parece que las cosas van algo mejor. Su tasa media se encuentra actualmente en el 5,6% evolucionando positivamente desde el 6,6% del ejercicio previo. Todo ello deriva en un
ROE del 9%, frente al 5,6% el año pasado (aspiran a que llegue al 15% en tres años) y una
cobertura de morosidad del 65%. El beneficio después de impuestos de
operaciones continuadas queda fijado en 1.030 millones, en comparación con los 641 anteriores.
Con todo, la reacción en la
bolsa ha sido una penalización del valor de un 3,52%, frente a la caída de un 1,67% del
Ibex. La pérdida es muy superior a la media del sector, que no llega al 2%.
En lo referente al
negocio patrio parece que las cosas no van mal. La entidad financiera reconoce un aumento del 40% de la
facturación por nuevas operaciones de
crédito en el segmento de pequeñas y medianas empresas, un incremento de 31% en
préstamos al consumo y un 19% en
hipotecas, y todo ello con una ligera reducción del
stock de
deuda del 0,6% en el trimestre. La tasa de mora queda en el 5,9% con una cobertura del 46%, reduciendo las
provisiones crediticias en un 9,1%.
Sin profundizar más en sus datos, parece que la
tormenta perfecta que hace unos meses destacaba el consejero delegado de BBVA,
Ángel Cano, se ha quedado en una simple
tormenta de primavera, al menos de momento. Ciertamente, los aires no soplan favorables a la actividad bancaria. Los bajos
tipos de interés y el escaso margen de
intermediación que permite, limitan su campo de actuación en un entorno regulatorio que les exige un aumento de
requisitos de capital. Y a todo ello se añade la
presión política de incrementar la
financiación privada a proyectos que aún no se pueden evaluar como viables, por el entorno de incertidumbre económica y debilidad del empleo que aún persiste.
Además, la penalización negativa de los recursos depositados en el gobernador del sistema financiero europeo va de la mano con la exuberante política monetaria de la misma
autoridad financiera (BCE) de invadir el mercado de dinero (a través de su moderna denominación
QE9) como una forma de resolver nuestros problemas económicos ahogándolos en alcohol… perdón, en euros.
La gestión del
negocio bancario pasa en este entorno en un incremento de la banca paralela, a través de la gestión de
fondos de inversión y
planes de pensiones y de las interesantes comisiones que devengan. En este entorno no podemos por menos que resaltar el
riesgo al que estamos sometiendo nuestros
ahorros por cuanto un cambio en el viento de la política monetaria o la salida de
Grecia del euro derivará en una negativa rentabilidad de infinidad de inversiones en
renta fija, complejas de liquidar en un entorno de burbuja en que se están construyendo actualmente… o quizá no, ya se verá.
Rodrigo de Silos
rodrigode@hispanidad.com