La noticia es que Javier de Paz, consejero de Telefónica, agente de Rodríguez Zapatero y ahora enganchado en el Ejército sanchista de Iván Redondo, todopoderoso jefe de Gabinete de Presidencia, ha entrado en el Consejo de la plataforma televisiva de Telefónica, que lidera Sergio Oslé.
Este último es gran amigo del hombre de Mediapro, Jaume Roures, así como de la estrella emergente en los medios, Rosauro Varo (Cabify, Pepephone, Prisa, Acciona Energía). Además, Oslé es CEO de Telefónica de España, sin ninguna experiencia en la materia.
Por cierto, entra Javier de Paz en MovistarPlus y sale Emilio Gayo, presidente de Telefónica de España, donde, insisto, Oslé -conocido en el Distrito C, como ‘power point’,- ostenta el cargo de CEO sin ninguna experiencia en telefonía y enfrentado a Emilio Gayo, presidente de la compañía. Ahora, Oslé, como presidente de Movistar+, echa a Emilio Gayo (a él no le echan de la franquicia de la operadora en España) e introduce al socialista Javier de Paz, que atraviesa lo que supone sería su última prórroga como consejero externo de Telefónica (le quedan dos años). Aquí, el que no corre, vuela.
El trío Sergio Oslé-Rosauro Varo-Jaume Roures, se complementa con los intereses ‘smart-People’ de Iván Redondo y las ambiciones de Javier de Paz y de Miguel Barroso, que anhelan un nuevo canal progre-monclovita: Prisa TV. Pagaría Telefónica, por supuesto
Traducido: el asalto socio-podemita a Telefónica continúa y la utilización espuria de Telefónica por parte de La Moncloa, también. La ventaja entre caballeros progresistas, tanto del PSOE como de Podemos, es que son algo menos cainitas que la derecha pero les pierde la ambición del cargo y los rojos, como los negros, acaban peleándose entre sí. Esperar y ver. Pero, por ahora, el asalto sociopodemita contra Telefónica continúa. Ya controlan MovistarPlus.
Por partes, dijo Jack el Destripador:
Jaume Roures ya está bien representado en Movistar+. Para Roures, el editor más próximo a Pablo Iglesias, los medios sirven para dos cosas: para hacerse millonario, y esto a pesar de que sus empresas siempre viven al borde del precipicio financiero (Roures no es un empresario, es un hombre de negocios), y para conseguir el poder ideológico de quien se calificó a sí mismo como comunista y anticlerical.
Sin una sola acción, el hombre de Mediapro es más que influyente en Movistar+. La grosería de La Resistencia (David Broncano) o de Late Motiv (Andreu Buenafuente), así como las teleseries de sal gorda que financia Sergio Oslé y que contribuyen a empañar la imagen de la operadora, constituyen el sello de Roures, el hombre que, no lo olvidemos, tiene un enemigo a batir con el que está verdaderamente obsesionado: Isidro Fainé, vicepresidente de la compañía y catalán como él.
Pallete sólo se ocupa de la cuenta de resultados de Telefónica. Hace mal. La TV supone un coste insufrible que, además, desgasta su imagen pública
Al tiempo, el trío Sergio Oslé-Rosauro Varo-Jaume Roures se complementa con los intereses de Iván Redondo (ojo, en Telefónica y en Prisa) y con las ambiciones de Javier de Paz y de Miguel Barroso, que anhelan un nuevo canal progre: Prisa TV. Pagaría Telefónica, por supuesto.
Y otra noticia: les sorprendería lo bien que se llevan el socialista Javier de Paz y Jaume Roures. Como no es un secreto en todo Madrid que Rosauro Varo y Sergio Oslé forman parte de esa ‘Smart people’ que tanto anhela Iván Redondo para convertirla en la guardia de corps empresarial del rutilante Pedro Sánchez.
Advertencia necesaria: quien interprete la entrada de Javier de Paz en el Consejo de Movistar+ y, con él, una mayor influencia del productor más afín a Podemos y al comunismo secesionista catalán (Jaume Roures) como una victoria de César Alierta, se equivoca de medio a medio. No es una victoria del aliertismo, que está muerto, sino del PSOE y de Podemos en el Distrito C. De Paz y Alierta no andan en tratos cordiales en el momento presente.
Y a todo esto, el presidente del Grupo Telefónica, José María Álvarez-Pallete, sólo se ocupa de la cuenta de resultados de Telefónica. Hace mal. La TV supone un coste insufrible que mantiene como parte imprescindible, que no rentable, de su oferta-fusión pero a costa de desgastar su imagen corporativa… y su imagen personal.
O, como diría el clásico: señor Pallete, el enemigo está dentro.