No podía ser más inoportuno el expresidente del Gobierno José María Aznar cuando, con el cadáver aún insepulto de Mariano Rajoy, se ofreció para rehacer la unidad del centroderecha. Horas después, mañana del miércoles, Mariano Rajoy le respondía: el centroderecha no está dividido. Incluso don Mariano se equivocó y amplió levemente el número de diputados del PP.
Mariano Rajoy no intervendrá en el nombramiento de su sucesor… salvo que se le cruce Aznar.
Ni don José María le perdona la investigación de la AEAT sobre su patrimonio (que no pasó de amago) ni don Mariano le perdona que jugara con Albert Rivera a la ‘renovación’ del centroderecha.
Y esto es precisamente a lo que sigue jugando. Javier Zarzalejos, su hombre de confianza e ideólogo del aznarismo, repite que José María Aznar no quiere volver a la política ni mucho menos a Moncloa. Lo que quiere es fusionar PP y Ciudadanos para marcar una alternativa al PSOE de Sánchez. El problema es que esa alternativa sería liderada por Albert Rivera y ni Rajoy ni ninguno de los dirigentes del PP están por la labor.
Eso sí, la única posibilidad de que Aznar se salga con la suya y regrese al proscenio es que la sucesión de Rajoy, durante el próximo congreso del PP, termine en guerra intestina. Algo que muchos sospechan y algunos anuncian.